El tesoro perdido
de Tufik Meluk y Antero
AgualimpiaFOTOS: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.
Enhorabuena ha renacido recientemente el Festival de Chirimías y Danzas Folclóricas del Chocó “Antero Agualimpia”, cuyos laudables propósitos, expresos en su misión y visión[1], ojalá se cumplan al pie de la letra, pues la Chirimía Chocoana y las danzas folclóricas asociadas a ella son invaluable patrimonio regional, que debe preservarse para evitar su menoscabo o su pérdida. Aunque fue creado hace 28 años[2], el Festival Antero Agualimpia solamente se ha llevado a cabo diez veces; once con la de este año 2023.
Antero, una leyenda de la música chocoana
Antero Agualimpia es uno de los músicos legendarios de la Chirimía Chocoana. Músicos, conocedores y estudiosos de la cultura y la música del Chocó, como César Augusto Córdoba Ampudia, César Murillo Valencia, Lascario Barboza Díaz, Américo Murillo Londoño y J. Elías Córdoba Valencia, están de acuerdo en que Antero Agualimpia, Daniel Rodríguez, Oscar Salamandra y Marcelino Ramírez (Panadero) -clarineteros los cuatro- podrían considerarse como los músicos más excelsos de la Chirimía Chocoana; por su conocimiento de los ritmos regionales autóctonos, su calidad musical e interpretativa, su dominio del instrumento y su solidez en la improvisación.
Antero Agualimpia fue un clarinetero eminente, gran conocedor de los ritmos musicales de la tradición chocoana en general y particularmente de los aires, ritmos y golpes musicales de la Provincia del San Juan, de donde era oriundo. Compositor de temas clásicos de la música vernácula del Pacífico y del Chocó, como Tío Guachupecito; Matica de albaca; Si te lo pido no me lo das; Alma sanjuaneña; Ay, Chilá; Correntón; y Vamos, Tufik; este último en homenaje a su amigo y mentor, el eminente médico chocoano Tufik Meluk Aluma, quien aportó a la medicina colombiana tanto como a la historia musical de Antero Agualimpia en Bogotá.
Lascario Barboza Díaz, quibdoseño, hijo del médico Lascario Barboza Avendaño, uno de los precursores de la salud pública en el Chocó, y de Doña Eva Díaz Ferrer viuda de Barboza, quien durante más de treinta años trabajó en el Servicio Seccional de Salud del Chocó y actualmente cuenta más de un siglo de vida; es conocido como Lascarito por la gente del viejo Quibdó. Lascarito es médico veterinario de profesión, empresario, músico y compositor[3]. En Bogotá, fue músico en conjuntos de chirimía con Neptolio Córdoba y Eberto Lozano. Formó parte del Conjunto de Cantos y Danzas Folclóricas del Chocó, en la Universidad Nacional de Colombia, donde interpretaba el bombardino, instrumento que alternaba con los platillos y la tambora. Fue también primera trompeta en la Banda de San Francisco de Asís de Quibdó y miembro del grupo de vientos de la Catedral, bajo la dirección del Padre Isaac Rodríguez.
Así mismo, Lascario Barboza Díaz fue testigo presencial y partícipe de la vida musical de Antero Agualimpia en Bogotá, en cuyo conjunto tocó el bombardino:
“Para
mí, el músico más importante de la Chirimía Chocoana es Antero Agualimpia, que
entre otras cosas lo han desvirtuado mucho en la historia, lo han puesto hasta
como concertista de la Orquesta Sinfónica de Colombia. Y eso no es cierto. Él
nunca fue concertino de nada. Él no leía música. Lo que sí es cierto es el
conocimiento que tenía de los aires musicales de todo el San Juan; porque este
señor era de Condoto y conocía todo eso por allá, por esos lados… Antero tenía
un amplio conocimiento de esos aires que se iban perdiendo en medio de la
corriente del río, de eso sí que sabía.
Y
era un gran intérprete del clarinete. Antero empezaba a tocar el clarinete y
empezaba a desarmarlo, hasta que se quedaba con la boquilla y con la boquilla
sacaba una vaina ahí, casi que inaudible, pero que iba con el ritmo. Eso hacía
Antero Agualimpia dentro de su show”.[4]
Gracias a la brillante idea del médico chocoano Tufik Meluk Aluma, podríamos contar hoy con un repertorio completo de grabaciones originales de Chirimía Chocoana bajo la dirección y con el clarinete de Antero Agualimpia, en compañía de otros insignes músicos también del Chocó. Ese momento de la vida musical de Antero Agualimpia es relatado por Lascario Barboza Díaz:
“En
Bogotá, Antero se encuentra con el Doctor Tufik Meluk Aluma, médico psiquiatra,
estudioso de la afrocolombianidad y uno de los pioneros del psicoanálisis aquí
en Colombia… Tufik se reunía con Antero Agualimpia y Antero llegaba con Nicolás
Murillo Londoño, el hermano de Ameriquito, que es profesor de percusión del
Pacífico y del Atlántico, en la Academia Luis A. Calvo, en la Universidad
Distrital. Ese tocaba el redoblante… Había un señor que se llamaba Pachito Paz,
que tocaba la tambora. Y había otro señor que se llamaba Alirio Londoño, alias
Alirio Chandú, en los platillos… Y este servidor, que tocaba el bombardino, que
en esa época lo sacaba del Conservatorio de Música en la Ciudad Universitaria,
a través de Antero Agualimpia, que era el portero del lugar…
Y entonces Tufik Meluk se dedicó a grabar esta chirimía. Yo no grabé con ellos, pero sí tocaba con ellos, porque Antero me pagaba. Y lo mismo hice con Eberto Lozano, el hermanito de Alexis y de Negro Cecilio”.[5]
Sin embargo, ese repertorio, un verdadero patrimonio musical, folclórico e histórico del Chocó, se extravió. Nadie sabe a ciencia cierta dónde quedó. Lascario Barboza Díaz y Alfonso Figueroa Meluk, otro médico chocoano, intentaron sin éxito recuperarlo:
“El
Maestro Antero recogió toda esa música, esos aguabajos, esos tamboritos y todas
esas cosas fueron grabadas por Tufik Meluk Aluma. En la búsqueda de tener ese
material, con el médico Alfonso Figueroa Meluk, también fallecido, nos pusimos
en contacto con los familiares de Tufik, quienes nos contaron que le habían
dado las grabaciones a gente de la Radiodifusora Nacional…
Y ahí se perdió toda la consolidación del conjunto de chirimía encarnado en Antero Agualimpia… Te digo que ellos pudieron grabar más de cien, doscientas canciones, que nadie sabía de quién eran, pero hacían parte del folclor…”[6].
Quizás pudieran, la Gobernación del Chocó y el Ministerio de Cultura, adelantar una nueva búsqueda de este patrimonio perdido. Nada se pierde con hacerlo y de pronto la suerte nos sonríe. Por lo visto, sería como buscar una aguja entre un banco de arena; pero, quizás valdría la pena, pues si se llegara a hallar este tesoro o parte de él, ¡bingo!, se enriquecería la historia de ese gran patrimonio de la música chocoana, que es la Chirimía.
Coda
Se dice que, cuando Antero Agualimpia aún era un jovencito de veinte años, el Intendente Nacional del Chocó, Adán Arriaga Andrade, le regaló un clarinete nuevo; luego de oírlo tocar en una recepción en honor a un visitante ilustre de Istmina y de Quibdó: Alfonso López Pumarejo, entonces presidente de Colombia. Fue hace casi un siglo, en noviembre de 1934.[7] Ojalá de aquí al centenario de ese regalo, apareciera el tesoro de la música de Antero que su amigo Tufik -para la posteridad- grabó con esmero.
[1] Gobernación del Chocó. Secretaría de Cultura Departamental. Presentación Festival Antero Agualimpia XI versión. Sin fecha, sin pie de imprenta Ibidem. 15 pp. Pág. 4.
[2] Ordenanza N° 004 del 4 de junio de 1995, de la Asamblea Departamental del Chocó.
[3] Sáquenme de su guerra, es el título de la primera composición (letra y música) de Lascario Barboza Díaz grabada y publicada; la cual puede oírse, interpretada por el Conjunto Experimental Folclórico El dentón ahumado, en: https://www.youtube.com/watch?v=c2xvMtMUgvk Nabil Bechara Suárez, músico también chocoano, hizo los arreglos de esta canción y participa en los coros.
[4]
Entrevista a Lascario Barboza Díaz. 9 de octubre de 2023.
[5] Ibidem.
[6] Ibidem.
[7]
Detalles de la visita del presidente López Pumarejo, en: El Guarengue, 11 de
julio de 2022. Estampas chocoanas. https://miguarengue.blogspot.com/2022/07/estampas-chocoanas-andagoya-noviembre.html
(escribo x acá pues me rebota tu email gaurengue@gmail.com....)
ResponderBorrarBuenas
estimado Julio Cesar.
Leí tu muy interesante artículo " El tesoro perdido de Tufik Meluk y Antero Agualimpia" publicado en tu blog y reproducido en Chocó 7 días.
Sé dónde están esas grabaciones y quien las tiene a su cuidado.
Escribo porque esas cintas y su contenido, grabado amorosamente por el Dr. Tufik durante años (fui testigo de excepción, muy jóven) no deben permanecer en el anonimato.
Creo que estas constituyen patrimonio cultural del Chocó, de la provincia sanjuanera y, claro, del país.
La persona que las posee es uno de los dos hijos del Dr. Meluk, compañero de colegio mío.
Él teme su mercantilización.
Yo soy del parecer que debe ser de dominio público.
La cuestión es: ¿de qué manera se puede garantizar ello (banco de la R., un fondo en biblioteca)?
Confieso que no sé (no creo)que mi amigo tenga algún interés monetario en ello, pero no sobra considerar tal circunstancia.
Si te interesa (y sé que si) por favor comunícate conmigo y charlamos del asunto.
mi No. teléfonico es: 3102498272
Jorge H.Granados