lunes, 6 de noviembre de 2023

 Réquiem por Panadero

Marcelino Ramírez Mosquera (Panadero).
El Carmelo (Tadó), 29 de abril de 1941-Quibdó, 4 de noviembre de 2023.
FOTO: ASINCH.

Aflige el alma esta muerte tan indigna para alguien tan grande, digno y valioso para la cultura y la música típica del Chocó. Atropellado por una moto, en la Carrera Primera de Quibdó, falleció el sábado 4 de noviembre de 2023 el Maestro Marcelino Ramírez Mosquera (Panadero), quien, junto a Antero Agualimpia, Daniel Rodríguez, Oscar Salamandra y Mario Becerra, forma parte del grupo de los más insignes clarineteros en toda la historia de la música de Chirimía Chocoana.

“El Chocó está de luto”, expresó el Ministerio de Cultura[1]. “Su música tocó el corazón de tantos a lo largo de su carrera, especialmente en nuestras tradicionales Fiestas de San Pacho, donde su talento brilló. Que su música continúe resonando en nuestros corazones y que su memoria perdure para siempre. Descanse en paz”, escribió la Gobernadora electa del Chocó, Nubia Carolina Córdoba Curi[2]

Por su parte, el Maestro Leonidas Valencia Valencia (Hinchao), músico también excelso, investigador y líder cultural, su gran amigo, compañero de toques en bailes y fiestas, colega de agrupaciones como La Contundencia, y Panadero y sus muchachos, dijo: “Marcelino Ramírez Mosquera, Panadero, juglar del clarinete, un hombre que toda su vida la dedicó a la música… A Panadero hay que tenerlo como un referente, como una escuela, como una corriente musical, por su forma de tocar, por su repertorio, y también por la forma como él quería vivir la música; él la vivía con una velocidad, con una vertiginosidad muy importante… Así que se fue un gran exponente del clarinete en la música chocoana”.[3]

Panadero era tan popular en los pueblos y caseríos de los montes y los ríos del Chocó, hasta donde llegaba cada año para contribuir a la alegría con su maestría, que “lo conocían hasta los santos” en cuyo honor se celebraban las fiestas patronales donde él tocaba, como me lo dijo Wilson Cuevas Valencia una noche de fiesta en Bagadó, hace más de treinta años. Las vírgenes del Rosario, del Carmen, de la Candelaria, de la Pobreza y de las Mercedes, la Niña María y la Inmaculada Concepción; al igual que San Antonio, San Benito y San Isidro, San Pedro y San Pablo, San Martín de Porres y San José, San Francisco de Asís y la mismísima y Santísima Trinidad, se iluminaban hasta el destello en las mañanas y los anocheceres, cuando en sus procesiones sagradas un pueblo entero revestido de fe y devoción, de fervor y esperanza, rezaba y cantaba -al solemne ritmo de la chirimía del gran Panadero- las marchas, los himnos, misereres y pregones, salmos y alabanzas.

Leonidas Valencia Valencia, maestro de música, Director de la Banda de San Francisco de Asís, magistral intérprete de bombardino, entre otros instrumentos, recuerda los comienzos de su experiencia musical con el Maestro Marcelino: “…con Panadero, arrancamos otro nivel, otra velocidad; entonces eso me permitió a mí también hacer una maestría muy rápido en las músicas chocoanas, pero músicas rápidas, con velocidad; y también de resistencia, porque nos tocaba tocar dos, tres bailes seguidos, dos, tres fiestas seguidas…y eso fue muy importante. Para mí fue un espectáculo bastante agradable, pero también de mucho trabajo, porque había que trabajar mucho las tonalidades: eso a mí me formó mucho, me obligó a estudiar demasiado, tenía que manejar todo tipo de tonalidades y eso requiere un gran esfuerzo y también estudio”[4].

Otro músico quibdoseño, Lascario Barboza Díaz, intérprete de bombardino y trompeta, platillos y tambora, me explicó hace menos de un mes parte de las virtudes musicales del Maestro Marcelino Ramírez Mosquera: “Panadero tenía claro lo que se llaman los cromatismos, que son las figuras que no van con la escala diatónica. Él sabe mucho de los cromatismos, que son muy utilizados en el jazz también. Cromatismo es la definición de unas notas que van subiendo por semitonos, no por tonos completos. Y entonces eso le da facilidad al intérprete de manejar el instrumento, de salirse de tono, de entrar en otro tono, de pasar de mayor a menor. El que maneja cromatismos maneja el instrumento”[5]. Esta virtud, como explica Lascario, es una mezcla de talento musical congénito y de cultivo a través de la formación y la práctica: “Panadero tuvo cierta formación musical por el Maestro Senén Mosquera, que es una persona de la que casi no hablan y es un tipo valioso en el conocimiento y la enseñanza de la música, de la Banda de Istmina; y Panadero fue estudiante de la Banda de Istmina”[6].

Sobre la versatilidad y el talento musical del Maestro Marcelino Ramírez Mosquera, anota Leonidas Valencia Valencia: “Panadero ha sido muy importante en la construcción, pero también en la difusión del acervo musical… Panadero acompañaba grupos de danzas folclóricas, también estuvo con nosotros en la Orquesta La Contundencia: lo tenía yo también como un gran expositor y referente musical, por el color de su clarinete, por la textura de su clarinete, por la forma de tocar, por su cadencia, que es lo más importante…”[7]. Y recuerda la época de finales de la década de 1970, cuando, con el patrocinio de la comerciante chocoana Besnaida Córdoba, Panadero fue el primer músico que se aventuró en el mundo de la grabación de discos con música de chirimía, marcando un hito en la historia y en la difusión de esta tradición musical chocoana.

Orfeo de clarinete, con la capacidad de apaciguar las penas y concitar a la felicidad, el Maestro Marcelino Ramírez Mosquera, Panadero, era oriundo del histórico corregimiento de El Carmelo, (Municipio de Tadó), “cuna de ancestros y tradiciones”, considerado uno de los primeros asentamientos y reales de minas de la colonia española, ya que fue establecido a principios del siglo XVI[8]. Allí nació el Maestro Marcelino, el 29 de abril de 1941, y allí se nutrió en su infancia de una sólida tradición afrodescendiente, que incluye las músicas, cantos y danzas del bunde, y el remo o carángano, instrumento de percusión y fricción de claro origen africano.

Panadero recorrió el Chocó entero llevando la alegría de la Chirimía, de fiesta en fiesta, de pueblo en pueblo. Me lo encontré en El Salto y en Engrivadó, en Lloró y La Vuelta, Beté y Munguidó. Y en cada San Pacho, yo lo vi en Quibdó. Con triste lamento lo llora su gente, rumiando el silencio de su clarinete.



[3] Testimonio de Leonidas Valencia, publicado en audio en el grupo de WhatsApp “Cuenta Chocó RVM”, 04.11.2023, 10:55 p.m.

[4] Ibidem. Testimonio de Leonidas Valencia

[5] Entrevista a Lascario Barboza Díaz, 9 de octubre de 2023.

[6] Ídem.

[7] Testimonio de Leonidas Valencia, antes citado.

[8] ASOCASAN y Ministerio de Cultura. Carmelo, cuna de ancestros y tradiciones. Sin fecha. 156 pp.

2 comentarios:

  1. Este texto es un homenaje muy sentido de sus compañeros de lucha cultural y de los cuales , estoy segura se hace eco en todo un pueblo que hoy lo llora . Panadero , D.E. P.

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