DYNA N° 9 - 1934
Una revista académica dedicada al Chocó
-2ª Parte-
La tarea académica de la excursión se reflejó en una serie de informes que los estudiantes debían producir y presentar al final de la actividad. Este material fue compilado y, añadiéndole trabajos especialmente hechos para este fin por intelectuales chocoanos, sirvió como base para la edición y publicación de un número monográfico de la revista DYNA dedicado en su totalidad a la Intendencia Nacional del Chocó. Esta publicación de los estudiantes de la Escuela de Minas vio la luz en septiembre de 1934 con gran acogida tanto en la región chocoana, de donde eran oriundos la mayoría de los autores de los artículos; como en los ámbitos académicos, por la novedad de los conocimientos difundidos; y políticos, por la valiosa información contenida en la revista.
La revista DYNA, año II, N° 9, fue una especie de colofón de certificación de la amistad entre aquel grupo de futuros ingenieros civiles y de minas, sus profesores y su universidad con la región chocoana, que en cada población adonde llegaron los había recibido de modo hospitalario y generoso.
En la primera entrega de esta serie de El Guarengue destinada a reseñar y comentar tan importante e histórica publicación -el lunes pasado, 3 de abril de 2023- nos ocupamos del contenido general de la revista, comentamos el Editorial y cuatro de los artículos publicados (https://miguarengue.blogspot.com/2023/04/dyna-n-9-1934-la-revista-de-la.html). Esta segunda entrega está dedicada a reseñar y comentar cuatro artículos adicionales. Y en una tercera reseña (y última) incluiremos el resto del material, pues bien vale la pena dedicarle tiempo y espacio a un esfuerzo de tales dimensiones, que se equipara al que diez años después de DYNA haría la Geografía Económica del Chocó.
“Tus dos mares, tus canales, por Napipí y Truandó”[1]
Escrito por Horacio Ramírez Gaviria, ingeniero civil de la Escuela de Minas, que sería uno de los fundadores de la Universidad EAFIT, de Medellín, en 1960; el artículo titulado “Proyectos de canal interoceánico por el Napipí y el Truandó” es un resumen completo e ilustrativo sobre las diversas propuestas -usando el territorio chocoano-hechas hasta ese momento para un eventual reemplazo o complemento del Canal de Panamá, cuyas limitaciones, apenas 20 años después de haber empezado a funcionar, ya eran evidentes. “Iniciada y terminada la construcción del Canal de Panamá el problema de la unión interoceánica se consideró resuelto y por tanto los estudios hechos al respecto fueron archivados y casi olvidados. Hace pocos años, cuando se empezó a ver la incapacidad del canal construido para prestar un servicio eficiente en lo venidero, esos proyectos volvieron a la luz y fueron de actualidad”[2].
Ramírez Gaviria presenta las principales características y datos de las dos propuestas de canal interoceánico por el Chocó de las que se ocupa su artículo, la de Napipí y la de Truandó, destacando entre ellas la famosa propuesta del norteamericano Thomas Oliver Selfridge, quien dirigió la célebre Expedición del Darién (1870-1875). Para concluir, el artículo presenta una explicación comparativa de los datos de longitud de las dos alternativas de canal interoceánico a través del Chocó: por el Napipí (217 km) y por el Truandó (162 km), datos estos que, sin embargo, no son los únicos definitorios para la elección de una de las dos propuestas, como lo explica claramente el autor.
Somos más que un centro minero
Ramón Lozano Garcés pasó a la historia del Chocó por ser uno de los parlamentarios más inteligentes y propositivos de la región; un intelectual de gran valía, un escritor documentado, ameno y creativo, un orador preciso e hilvanado; y uno de los más consagrados defensores de los derechos del campesinado chocoano, de los obreros de las empresas mineras extranjeras, de los barequeros y mineros artesanales, de los agricultores; de los recursos naturales y riquezas del territorio chocoano; y de la soberanía nacional.
En septiembre de 1934, Lozano Garcés era un estudiante universitario adelantado y aventajado de Derecho, en la Universidad de Antioquia, cuando escribió -por invitación de la revista DYNA, de la Escuela de Minas- su texto “Posibilidades industriales del Chocó”, para el cual se valió del género epistolar; es decir, lo escribió -y así fue publicado en la revista- como una carta, fechada en Medellín y dirigida al Intendente Nacional del Chocó y a la Sociedad de Agricultores: “Quiero aprovechar una obligante invitación de los directores de la revista DYNA a que les diga algo sobre posibilidades industriales del Chocó, para dirigirme a ustedes en relación con tan interesante tópico. Y lo hago en forma epistolar porque he logrado descubrir que solo así puedo decir las cosas con mayor sencillez”, explica Lozano al comienzo de su epístola.[4]
El artículo de Ramón Lozano Garcés publicado por la revista DYNA en su edición dedicada enteramente al Chocó presenta, para empezar, un resumen de la problemática de la economía chocoana de la siguiente manera: “Un análisis desprevenido de la estructura económica del Chocó me fuerza a concluir que, en realidad, como tesis general, no tenemos producción industrial. Hay naturalmente excepciones, que son: el caso de la producción azucarera de Sautatá y de la extracción de metales por las compañías extranjeras. Pero la gran población vive por la feracidad de las tierras y las riquezas aluviales, ya que no hay un esfuerzo aplicado al mejoramiento de estas y de sus productos. […] El presupuesto es, hoy por hoy, la más floreciente ocupación industrial de la Intendencia. Es esa la realidad, a mi modo de ver, en el terreno económico”[5]. Este panorama lo complementa mostrando cómo, aunque se ha repetido constantemente en la época, el Chocó no es ni tiene que ser exclusivamente una región minera.
Con lucidez y en perspectiva histórica, Ramón Lozano Garcés plantea del siguiente modo las raíces del embotellamiento del Chocó, que lo reduce a ser simple escenario de economía extractiva protagonizada secularmente por extranjeros: “Hay un hecho histórico irrebatible y es que el Chocó se utilizó desde la conquista como centro minero. A España no le interesaba colonizar estas tierras, sino conquistarlas y extraer de ellas minerales para atender a sus urgencias internacionales y dinásticas. Los españoles entraron fácilmente por dos arterias fluviales al Chocó, sacaron todo el oro que les vino en gana y luego abandonaron la región. Es esta la causa profunda de nuestro embotellamiento. Vinieron después los hechos imperialistas: la Anglo-Colombian, la British y la Chocó Pacífico idéntica cosa hicieron. Por los ríos San Juan y Atrato introdujeron sus pesadas máquinas y con eso cumplieron su obra. Pero esto no quiere decir que seamos apenas aptos para la industria extractiva de metales, ni tal. Al lado de esta podemos desarrollar otras miles. Así nos lo dice la naturaleza que nos circunda. Zonas capaces de producir granos para surtir medio continente, capas vegetales semejantes a las de Caldas y el Valle, nos ponen en vigencia para próspero ejercicio industrial del suelo, que ya no del subsuelo, actividades de campo que quiero relievar”[6].
Y a relievar dichas actividades destina Lozano Garcés el resto el artículo, con propuestas precisas y fundamentadas: cultivos industriales de arroz y bananos, en manos de sindicatos de trabajadores de estas actividades; potenciar la producción de azúcar en el Ingenio de Sautatá, con mayor participación de los trabajadores; incentivación de la industria panelera, con base en la creación de cooperativas de producción; cría de porcinos, para carne y manteca. Todo ello complementado con la apertura de vías para comercialización interna e interregional, e intervención del Estado para la regulación y garantía de precios de venta a los campesinos y productores. Sobre la extracción forestal, con énfasis en maderas finas, el artículo plantea que es un renglón que merece un capítulo aparte. Y para las ciudades o centros urbanos, las propuestas de Lozano Garcés incluyen: producción industrial de vestuario para toda la región, mediante ruecas y telares caseros; fabricación de empaques de cabuya, pita, piña y platanillo.
El escrito cierra manifestando que lo que ha procurado es “dar un esquema más o menos aproximado de lo más inmediato que tenemos por hacer para romper la estructura actual de nuestra economía -bastante primitiva en verdad- y llegar por medio del aprovechamiento científico de las fuerzas naturales a un nivel superior”[7].
Luis Felipe Valencia Lozano, en su artículo “El saneamiento urbano del Chocó”, parte de un principio básico, del cual está convencido: “Desde hace algún tiempo venimos sosteniendo el principio de que sanear también es gobernar; y hemos llegado a creer que un gobierno a base de la sola higienización de poblaciones y campos, sería título suficiente para llamarlo bueno y constructivo”[8].
Una parte significativa del texto de Valencia Lozano, chocoano que a la fecha era un joven ingeniero civil que adelantaba el proyecto del primer acueducto de Quibdó, está dedicado a mostrar las ventajas que tendría la construcción de acueductos y alcantarillados para la higienización y progreso de sus poblaciones desde una perspectiva moderna; indicando que el abastecimiento de agua sería relativamente fácil por la gran riqueza hídrica y la cercanía de numerosas fuentes potenciales para ello: “Si de algo puede ufanarse la región chocoana es de su envidiable acervo de aguas cristalinas, que casi no requieren los costosos filtros, ni los complicados tratamientos químicos para esterilizarlas y purificarlas”[9]. A renglón seguido, el artículo explica los detalles básicos del acopio, conducción, almacenamiento y distribución de aguas por gravedad o por bombeo, o combinando ambos sistemas, como en Quibdó, que en ese momento es la única población del Chocó que posee estudio para acueducto, el cual fue encargado por la Intendencia al propio Valencia. Los principales aspectos de dicho estudio, como la decisión de tomar el río Cabí como fuente abastecedora y la ubicación del tanque de almacenamiento en una loma cercana a un poco más de medio kilómetro y la distancia de 400 metros hasta la red de tubería de distribución hacia la ciudad, son incluidos en el artículo.
“Los alcantarillados en los pueblos chocoanos tal vez son más difíciles de proyectar que los acueductos, debido a que, casi todos ellos están situados a orillas de sus innumerables y caprichosos ríos, cuyos diferentes niveles oscilan brusca e irregularmente a causa de las abundantes lluvias reinantes en el Chocó”, explica Luis Felipe Valencia Lozano, en su artículo de la revista DYNA dedicada al Chocó en septiembre de 1934.[10] Y anota que, aunque el Intendente Jorge Valencia Lozano quiso hacer también el estudio de alcantarillado para Quibdó, no fue posible hacerlo porque se le terminó el periodo.
El artículo finaliza planteando una discusión -que aún estaba vigente en Quibdó en ese momento y que había comenzado en 1930- acerca de la conveniencia de construir primero el acueducto o el alcantarillado.[11] La opinión de Valencia Lozano es planteada en el artículo así: “Cuál de estas obras deberá construirse primero en el probable caso de no poder acometerlas simultáneamente? A primera vista nos parece que los acueductos, por ser garantía permanente contra los incendios y contra las enfermedades llamadas de origen hídrico”[12]. Es un texto cuyo contenido, hoy tan de público dominio y conocimiento, explicaba soluciones de ingeniería aplicadas al mejoramiento de las condiciones sanitarias del Chocó.
Istmina, ciudad amable
Marino Abadía Valencia, quien cuatro años atrás había compartido con Luis Felipe Valencia Lozano en el Comité de elecciones de la Circunscripción electoral estudiantil del Chocó, en la elección de los miembros del Centro de estudiantes de la Intendencia; escribió para la revista DYNA, de septiembre de 1934, dedicada completamente al Chocó, el artículo sobre su tierra natal titulado “Istmina, un municipio en trance de celebridad”[13].
El primer acápite del artículo está dedicado a explicar la situación geográfica, los límites y algunos antecedentes históricos, resaltando la significativa y gran extensión que para entonces tenía el Municipio de Istmina, que alcanzaba hasta la costa del Pacífico, su enorme riqueza aurífera y su condición cosmopolita motivada por la extracción minera.
Bajo el subtítulo Istmina, ciudad amable, la siguiente sección del artículo de Abadía Valencia alude a la denominación que -en su visita de marzo de 1920- le diera el entonces presidente de Colombia, Marco Fidel Suárez. Del mismo modo que subraya el estoicismo de la ciudadanía istmineña ante la adversidad y el abandono, sin perder su patriotismo y su amor a Colombia: “Situada en la confluencia de la quebrada San Pablo en el río San Juan, Istmina ha asistido con estoica resignación a la desbandada de sus riquezas hacia la tierra extraña y, con un levantado y auténtico criterio nacionalista, ha echado la culpa a los hombres de todos los errores y desastres, pero ha confiado tranquila en una mejor comprensión futura de su destino y de su alma. Lustros de abandono y desilusión ha vivido, largos períodos y penosos trances de desesperación ha padecido, pero su espíritu de sacrificio, en solemne y recogida consagración ante el ara sacrosanta de la Patria, ha callado y esperado, sin que turben su serenidad ni quebranten su fuerza halagadoras insinuaciones de revuelta, entusiasmadoras frases de rebelión y de protesta”[14].
En el acápite subtitulado Anhelos, ambiciones y necesidades, el artículo explica que, además de las carreteras hacia Caldas y el Valle del Cauca, a Istmina le quedan “muchos problemas por resolver en cuanto a lo económico, como el cambio de moneda, la intensificación agrícola, y en cuanto a lo político con la proscripción de un absorbente regionalismo de nuestros hermanos del Atrato”[15]. En la parte final del artículo, el autor se refiere a las que llama necesidades culturales de Istmina, las cuales sintetiza en los siguientes términos: “es necesario que los políticos desistan de seguir engañando al pueblo con promesas vanas, no tanto porque ellos son incapaces de cumplirlas, sino por cuanto ellos cuando las hacen están seguros de no poder cumplirlas; es necesario que los hombres de aquí tengan preocupaciones distintas del negocio, de la política, de la burocracia; es urgente que se respete la familia y la honradez y que los empleados públicos sean modelos de honorabilidad y no piedras de escándalos, como acontece con excesiva frecuencia. […] …ya que no basta la escuela para la lucha contra el analfabetismo, que es el peor de nuestros males sociales”[16].
Para terminar
Los últimos cuatro artículos de la revista DYNA, de septiembre de 1934, dedicados al Chocó serán el tema de la tercera y última entrega de esta serie de El Guarengue con la cual queremos dejar documentada y comentada esta pieza histórica sobre la región, publicada hace casi un siglo en la Escuela de Minas, de la Universidad Nacional de Colombia, en Medellín, donde tantos jóvenes chocoanos de la época se formaron.
De este modo, en la próxima entrega de esta serie incluiremos el Informe científico sobre la región Quibdó-Buenaventura, escrito por los chocoanos Ramón Mosquera Rivas y César Arriaga, que fue materia de un artículo de marzo de 2020 en El Guarengue[17] y que fue incluido como un apéndice de la tesis de grado de Mosquera Rivas. Igualmente, una diatriba de perfecta composición sobre los males que la compañía minera Chocó-Pacífico le está ocasionando en ese momento a la región, a su gente, a Colombia, a su soberanía, en el esclarecido, documentado y valeroso artículo ¿Qué hace la Chocó-Pacífico en la región?, escrito por Luis Alfonso Rada. El Informe geológico del camino Bolívar-Quibdó, cuyos autores son Gerardo Botero y Hernán Garcés González. Y, finalmente, el Plan vial del Chocó, del chocoano Benjamín Ferrer y el antioqueño Bernardo Naranjo, el cual incluye una constatación de gran validez en ese momento y aún no superada en su totalidad: “Actualmente esta importante región está en las mismas condiciones viales que cuando la habitaron sus primeros moradores. A este respecto estamos completamente desfasados, y a no ser porque la naturaleza tuvo el capricho de dotarla de ríos navegables estaríamos sin duda alguna en la etapa de la conquista”[18].
[1] Esta
frase está compuesta por dos versos del Himno del Chocó, cuyo autor es Miguel
Vicente Garrido.
[2] Ramírez G., Horacio. Proyectos de canal interoceánico por el Napipí y el Truandó. DYNA. Revista de los estudiantes de la Escuela de Minas. Medellín. Año II. Septiembre de 1934. N° 9. Pp. 291-296. Pág. 291-292.
[3]
Ibidem. Pág. 291.
[4]
Lozano Garcés, Ramón. Posibilidades industriales del Chocó. DYNA. Revista de los estudiantes de la Escuela de Minas. Medellín. Año
II. Septiembre de 1934. N° 9. Pp. 296-303. Pág. 296-297.
[5] Ibidem. Pág. 297.
[6] Ibidem. Pág. 298.
[7] Ibidem. Pág. 302-303.
[8] Valencia Lozano, Luis F. El saneamiento urbano del Chocó. DYNA. Revista de los estudiantes de la Escuela de Minas. Medellín. Año II. Septiembre de 1934. N° 9. Pp. 303-307. Pág. 303. N.B. El destacado en negritas pertenece al texto original del artículo citado.
[9] Ídem.
Ibidem. Pág. 304.
[10] Ibidem. Pág. 306
[11]
Detalles sobre el proceso de planeación y construcción del primer acueducto de
Quibdó, incluyendo la presentación de los planos hecha por el ingeniero
Valencia Lozano, así como el debate sobre la prioridad entre acueducto y
alcantarillado, pueden leerse en Los comienzos del acueducto de Quibdó,
en El Guarengue del 28 de marzo de 2022: https://miguarengue.blogspot.com/2022/03/los-comienzos-delacueducto-de-quibdo.html
[12] Valencia Lozano, Luis F. El saneamiento urbano del Chocó. DYNA. Revista de los estudiantes de la Escuela de Minas. Medellín. Año II. Septiembre de 1934. N° 9. Pp. 303-307. Pág. 307.
[13] Abadía Valencia, Marino. Istmina, un municipio en trance de celebridad. DYNA. Revista de los estudiantes de la Escuela de Minas. Medellín. Año II. Septiembre de 1934. N° 9. Pp. 307-310.
[14] Ibidem. Pág. 309
[15] Ibidem. Pág. 309
[16] Ibidem. Pág. 310
[17] Como
si hoy fuera ayer (II). El desarrollo del Chocó según Ramón Mosquera Rivas.
https://miguarengue.blogspot.com/2020/03/como-si-hoy-fuera-ayer-ii-el-desarrollo.html
[18] Benjamín
Ferrer, Bernardo Naranjo. Plan vial del Chocó. DYNA. Revista de los estudiantes
de la Escuela de Minas. Medellín. Año II. Septiembre de 1934. N° 9. Pp. 336-348.
Pág. 336
Muchas gracias súper interesante y que nivel, muy claro 👌 vigente
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