lunes, 5 de septiembre de 2022

 La Alborada General
de las Fiestas de San Pacho


"El 3 de septiembre en la noche, sale la Alborada.
Toditos los barrios se juntan en la madrugada
y entre voladores, chirimías, todos celebramos,
y vibra en nosotros la fe que le tenemos a San Pacho".
Homenaje a San Pacho. Hansel Camacho.[1]

San Francisco de Asís en oración.
Francisco de Zurbarán, siglo XVII.
San Francisco de Asís. Fragmento de un mural
de Maximino Cerezo Barredo, en Quibdó.

En la tarde del 3 de octubre de 1226, a los 44 años de edad, Francisco de Asís murió en su pueblo natal. Menos de dos años después, el 16 de julio de 1228, fue canonizado por quien en vida había sido uno de sus mejores amigos y a quien le había vaticinado que alcanzaría el papado: Ugolino de Segni, quien había sido gran defensor de las denominadas órdenes mendicantes -como la orden franciscana- y quien al ser elegido sumo pontífice de la iglesia católica adoptó el nombre de Gregorio IX.

Siete siglos después de la muerte de San Francisco de Asís, a mediados del año 1926, a unos diez mil kilómetros de distancia en línea recta de aquella pequeña ciudad italiana en cuya basílica se hallan los restos del santo, cuya tumba es visitada cada año por millones de turistas peregrinos; a orillas del río Atrato, en Quibdó, una población con una docena de calles y una decena de carreras, cuya población no pasa de 25.000 habitantes, agrupados en siete barrios, repartidos en doce sectores; un grupo de hombres y mujeres que gozan de reconocimiento popular y cuentan con ascendiente sobre sus vecinos promueven acciones para fortalecer y organizar mejor la fiesta que en homenaje a este santo se viene celebrando cada año -desde 1648- en la ciudad que los vio nacer o en donde transcurren sus vidas en la actualidad.[2]

Puede que la Iglesia mande la parada en todo lo referente a los asuntos religiosos; pero, el pueblo es depositario y sujeto de sus tradiciones, de sus creencias, de su espíritu festivo y bien puede mandar la parada en lo referente a cómo organizar las cosas de la mejor manera, pues ideas no es precisamente lo que falta. Esto piensa el honorable ciudadano liberal Balbino Arriaga Castro, cuyas ideas sobre el particular son apoyadas por amplios sectores del comercio y de la sociedad local. Don Azarías Valencia y don Julio Perea Quesada, al igual que una reconocida matrona del barrio de la Yesca[3], la señora Raimunda Cuesta, quienes mantienen relaciones cordiales con los padres claretianos, misioneros a cargo de la Prefectura Apostólica y de la parroquia de Quibdó, secundan a don Balbino y lo acompañan en la dirección de su empeño.

Sucesivas reuniones se llevan a cabo en un pequeño despacho de la iglesia parroquial, situada en el costado norte de la plaza central de Quibdó, que desde 1910 ha sido bautizada Centenario de la Independencia, en conmemoración de dicha efeméride de Colombia, y en donde hasta la actualidad permanece en su lugar un obelisco o columna conmemorativa del magno acontecimiento. Los señores Arriaga, Valencia y Perea, y la señora Cuesta, tratan de estar siempre presentes en estas reuniones con el misionero claretiano español Nicolás Medrano, hombre en quien -salvo algunas diferencias ideológicas, que mejor no se tocan para no empañar el asunto central- todos reconocen espíritu progresista, talento artístico y verdadera preocupación por la grey. De hecho, es el Padre Medrano quien ha tomado, literalmente, la batuta de la idea de crear una banda municipal de música a la altura de las capacidades artísticas que abundan en estos lares, como él mismo lo reconoce, y de esta ciudad que cada día se parece más a un halo iridiscente de la luz del progreso en la remota mitad de la copiosa selva atrateña.

Ideas van, ideas vienen. Días y semanas transcurren, desde el mes de María, que fue cuando empezaron en forma los intercambios entre Medrano y varios grupos de quibdoseños sobre la tradición franciscana. Sucesivas reuniones después de las misas dominicales, encuentros casuales en los salones sociales y cafés de la ciudad, charlas particulares entre mujeres y hombres de distintas zonas, oficios, instituciones y gremios de la ciudad. La siembra en tierra buena da buena cosecha: “De esa época datan algunos de los elementos fundamentales del esquema ceremonial de la celebración de las Fiestas de San Francisco de Asís o San Pacho, en Quibdó, en los que se integran componentes religiosos y componentes seculares o laicos de la festividad, tales como la asignación de un día a cada barrio, las carrozas alegóricas o disfraces, los monumentos o altares religiosos o arcos que se preparan para la procesión solemne del 4 de octubre, las alboradas y desayunos franciscanos con los que comienza el día de cada barrio, las comparsas barriales organizadas por vecinos y amigos, y las desaparecidas vacalocas”[4].

La Alborada General, en su modalidad de recorrido por todos y cada uno de los barrios y pregón del comienzo de las fiestas, es un elemento sustancial incluido también en la estructura adoptada hace casi un siglo para esta celebración anual en homenaje al santo patrono de la ciudad -entre el 19 de septiembre y el 5 de octubre- que desde el año 2012 fue reconocida por la Unesco como Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad.

Igualmente, este nuevo esquema celebrativo de las fiestas de San Pacho incluyó también las representaciones o juntas barriales, que confluyen en una junta organizadora central, en ambos casos con el liderazgo de hombres y mujeres cuya legitimidad en la representación proviene de ese nuevo eje de identidad que es el barrio, nuevo escenario de la vida cotidiana y de la cultura de las comunidades y familias que en él se asientan, que en cierto sentido suple a la orilla y al pequeño caserío rural como espacios comunes, de confluencia y encuentro. “Los barrios en que se divide la ciudad para festejar a San Francisco se dieron cita anoche, a las doce, para anunciar el mes que falta para la fecha del patrono; con varias salvas de artillería y recorrido de la banda de músicos por las calles”, informa el diario ABC, el jueves 4 de septiembre de 1930, en una nota titulada Alborada general de las fiestas franciscanas.

Treinta años después de publicada aquella nota de prensa, el gran Rogerio Velásquez Murillo, primer antropólogo negro de Colombia, chocoano y eminente precursor de la etnografía en las comunidades negras del país, registró la alborada general en su clásico artículo “La Fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó” [5], publicado en la Revista Colombiana de Folklore. En dicho texto, Rogerio Velásquez empieza por explicar y contextualizar el sentido de esta alborada y deja claro que esta parte de la fiesta es una novedad introducida a finales de la década de los años 20 del siglo XX:

“COMIENZOS DE LA FESTIVIDAD

El 4 de septiembre de cada año, a las doce de la noche, se da el aviso colectivo de que la fiesta se avecina. La manera escogida para noticiar a los católicos es la de disparar, desde todos los ángulos del pueblo, cohetes y pedreros, con el escándalo de gentes que gritan y cantan con la chirimía a la cabeza. Esta forma de alistarse para los eventos patronales nació en 1929, con motivo del centenario del Santo, y se conserva y practica por orgullo local”[6].

Es muy probable que el dato de 1929 sea un lapsus calami de la revista, que transcribió ese año en vez de 1926, que fue realmente cuando en Quibdó -a instancias de los misioneros claretianos- se le dio relieve a la efeméride de la muerte del santo, de la cual se conmemoraban entonces 700 años. No obstante, con lapsus o sin él, el dato del investigador Velásquez confirma y deja claro que es a finales de los años 20 cuando se reconfigura la estructura de la fiesta y toma fuerza el esquema barrial. De ahí que en el siguiente párrafo y con su mirada etnográfica, don Rogerio nos describa los detalles del transcurso de la alborada, destacando entre ellos -como elemento central- la importancia del barrio como escenario de la fiesta patronal de la ciudad y, de contera, la importancia de los líderes barriales de la misma, que a lo largo de los años serán considerados jefes y presidentes de los barrios.

Las fiestas de San Pacho incorporan así la configuración cultural y la apropiación territorial del escenario urbano de Quibdó por la comunidad negra, integrada tanto por miembros notables -con presencia en el ámbito social, económico y político de la ciudad- como por el pueblo raso, de procedencia rural, que ha llegado de los campos aledaños al centro poblado y ha reproducido aquí, en este nuevo espacio, su estilo lineal y ribereño de poblamiento en las tres grandes quebradas de Quibdó: La Yesca, La Aurora y El Caraño; en sus diques y pantanos y en el lomerío adyacente que se extiende hacia el oriente, es decir, hacia adentro, en lenguaje campesino.

Esta imagen de San Francisco de Asís,
en la Catedral de Quibdó, fue declarada
bien de interés cultural del ámbito nacional,
en el año 2006. En 2021 fue restaurada
por el Ministerio de Cultura.
FOTO: León Darío Peláez, 2008.
Las fiestas de San Pacho, así mismo, hacen posible el reconocimiento de una cierta dosis de poder a miembros de cada comunidad barrial a quienes sus vecinos invisten de autoridad para gobernar ese tramo feliz de la vida que son los días que dura la fiesta. De ahí que -como lo relata Rogerio Velásquez- en ese momento -y quizá hasta los años ochenta- no haya participación en eventos centrales de la fiesta, como la alborada general, de la comunidad blanca mestiza que ha detentado el poder político y económico, y que ha hecho de la distribución espacial original de la ciudad, con la carrera primera, paralela al río Atrato, como epicentro de todas las manifestaciones e instancias de poder, un reducto exclusivo y en gran medida excluyente. Tal concentración de poder, delimitación espacial incluida, es simbólicamente fragmentada por la estructura barrial que ahora será el escenario y territorio de las fiestas patronales, y por el poder conferido a los vecinos que las lideran en sus vecindarios, en estos nuevos escenarios de familia, comunidad y cultura popular en los que -desde principios del siglo XX- se convierten los barrios de Quibdó, como una nueva expresión de la antigua casa grande de la zona rural.

Este es el relato de Rogerio Velásquez al respecto:

“La concurrencia, ingiriendo bebidas, inicia un recorrido por los diversos barrios, que esperan el tumulto. En las casas de los jefes de cada uno de aquéllos, los músicos, sin esperar otra gratificación que algunas copas de aguardiente, ejecutan piezas antiguas, como bundes y bambucos. Descortesía que resiente es la de pasar de largo por las habitaciones de los cabecillas sin hacer lo que se ha dicho. Sólo la Banda de Música de San Francisco, única en la ciudad, tiene el privilegio de cruzar los arrabales sin detenerse en ninguna parte.

 

Cuando los ejecutantes se dispersan, se forman murgas parciales que amanecen cantando y bailando en las calles o en casas amigas. En este regocijo, como en otros que veremos, no cooperan ni participan hombres de la raza blanca”[7].

Ha pasado casi un siglo después de la introducción, en la estructura organizativa de la festividad, de la Alborada General de las Fiestas Patronales de San Francisco de Asís, en Quibdó, Chocó, Colombia, en su modalidad de pregón festivo que ahora recorre los barrios de la ciudad y no se limita, como hace un tiempo, a una breve procesión devocional por las inmediaciones del templo parroquial. Han pasado sesenta y dos años después de la publicación de un artículo en el que Don Rogerio Velásquez describe con precisión etnográfica este acontecimiento inaugural de la fiesta. Este sábado 3 de septiembre de 2022, una de las promociones publicadas convocando a los quibdoseños a participar de la Alborada General pregona: Desde hoy 3 de septiembre, la ciudad de Quibdó se viste de fiesta… y el resto de su texto es paráfrasis de la ya inmortal canción -del artista chocoano Hansel Camacho- “Homenaje a San Pacho”, que -treinta años después de su lanzamiento- es una expresión simbólica integral de la fiesta: una maravillosa y melodiosa versión -en ritmo de salsa y con sabor barrial- de ese otro emblema de la fiesta que es el solemne himno religioso “Gloria a San Francisco de Asís”, popularmente conocido como los Gozos Franciscanos, obra del misionero claretiano Nicolás Medrano, quien lo compuso como parte de la reestructuración de la fiesta en la tercera década del siglo XX.

Los significados y significantes de acontecimientos centrales de las Fiestas de San Pacho como la Alborada General, vistos en perspectiva histórica y en clave simbólica de etnicidad y cultura popular, son los que en el devenir de la tradición convierten a San Pacho en “la fiesta de mi pueblo”, como reza el lema distintivo de las festividades en este año 2022. No es en la vana opulencia del caché, que emula los carnavales de simple consumo turístico de otras latitudes, en donde se asienta el carácter patrimonial que para la humanidad toda tienen estas fiestas, según la declaratoria y el reconocimiento de la Unesco. La solemnidad de la tradición reside en su esencia, más que en los aditamentos con los que cada época la acicale.


[1] La canción completa, que se convirtió de facto en himno de la fiesta, puede oírse en:

https://www.youtube.com/watch?v=EoNz5avj8BA

[2] Los datos sobre el perímetro urbano de Quibdó están basados en un artículo de Andrés Fernando Villa, quien bajo el seudónimo de Aristo Velarde describe la ciudad en el periódico ABC a principios de la década de 1930. El texto de Villa es citado en: González Escobar, Luis Fernando. QUIBDÓ, Contexto histórico, desarrollo urbano y patrimonio arquitectónico. Centro de publicaciones Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín. Primera edición: febrero 2003. 362 pp. Pp. 190-191.

[3] Hasta la década de 1930, el actual barrio Yesca Grande se llamaba solamente La Yesca, sin el calificativo, que se le añadió para diferenciarlo del populoso barrio de La Yesquita, uno de los barrios de mayor peso y tradición en la celebración de las Fiestas de San Pacho, en Quibdó. Ambos nombres aluden a la quebrada que discurre por ambos barrios: La Yesca, que desemboca al río Atrato y es eje de poblamiento urbano desde mediados del siglo XX.

[4] El Guarengue, 4 de octubre de 2021. Nicolás Medrano, el Misionero Claretiano que compuso los Gozos Franciscanos. Primera Parte. En:

https://miguarengue.blogspot.com/2021/10/nicolas-medrano-el-misioneroclaretiano.html

[5] Velásquez Murillo, Rogerio. “La Fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó”. Revista Colombiana de Folklore, volumen 4, 1960. Págs. 16-37.

En: https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2910695/

[6] Idem. Ibidem.

[7] Idem. Ibidem.

2 comentarios:

  1. Conocer y promover la historia de las fiestas aumentan su grandiosidad e invitan a seguirla cultivando para futuras generaciones

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    1. De acuerdo. Y es clave difundir el sentido profundo que tiene cada acontecimiento festivo de San Pacho: eso le da solidez a la tradición.

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