Recordando al Poeta del Mar
-4 poemas de Helcías Martán Góngora- |
Imagen: Instituto Caro y Cuervo. |
Bardo de los esteros, vate de los ríos, juglar de la selva y de su
gente, el intelectual, escritor y poeta Helcías Martán Góngora (Guapi, febrero 27 de 1920-Cali,
abril 16 de 1984) es una voz oceánica por la universalidad de su palabra
luminosa y vasta; es una voz mareña por la cercanía cómplice a la vida
cotidiana de su tierra y sus paisanos del Pacífico caucano, del Pacífico
colombiano. Martán Góngora, cuyo centenario -el año pasado- hubiera merecido
más bombos y platillos, más cununos y guasá, más marimba y más guarapo, es el
Poeta del Mar. A su memoria inmensa, este pequeño recordatorio para los
lectores de El Guarengue: cuatro capítulos de sus portentosos Evangelios, en el 37º aniversario de su muerte.
Los poemas fueron tomados de un volumen publicado por el Ministerio de Cultura como
parte de la Biblioteca de Literatura Afrocolombiana, en el que se juntaron dos
poemarios de Martán Góngora Evangelios del hombre y del paisaje y Humano
litoral. Este volumen puede obtenerse en: https://babel.banrepcultural.org/digital/collection/p17054coll7/id/10/rec/9
La canoa
La canoa es el principio y el fin de
las distancias.
Abecedario de la lejanía, cómo es de
fácil aprender en ella
la lección del paisaje. Sobre su
vientre hondo el nativo se siente
como en el corazón del universo.
Todos los hombres ribereños la aman.
Las doncellas la quieren,
porque saben que es el vehículo que ha
de traerles el ósculo
esperado. Los niños la veneran, porque
comprenden que es
el mejor juguete.
La canoa es el agua, que va donde el deseo
lo ordena.
Por eso:
Bendigamos, hermanos de la costa,
a la canoa, que es nuestra mujer,
la que vela en la noche con el boga
y en el día labora junto a él.
Canoa marinera, de chachajo,
de chimbuza, de cedro o tangaré,
que en lino azulino de los mares
borda rutas de antigua intrepidez,
aguja que en los ríos cose viajes
con hilo de agua de la fe,
la imbabura que sueña en los esteros
entre nubes nocturnas de jején.
Bendigamos, hermanos, la canoa,
amén.
El canalete
Porque el canalete es el campeón de las
jornadas…
En la diestra del boga, hiere el
vientre castísimo del agua;
impulsa la canoa y le rinde su ayuda,
como si fuera su hijo.
Porque el canalete es una madera, cuya
sabiduría yo deseo
para muchos hombres, y es criollo, sin
la falsa aristocracia del remo…
El canal…ete tiene un nombre fluyente y
sabe navegar, por ello:
Bendito sea el canalete del pescador,
el canalete de los bogas
y la mulata en la flor.
Bendito el canalete
libertador,
que acorta la distancia
del mar menor.
El canalete tiene
forma de corazón,
por eso los mareños
son como son:
hombres que nunca niegan
su corazón.
Bendito el canalete,
porque nació
de la misma madera
que el leñador quiso hacer
la canoa
del pescador
y el potrillo
de la mulata en flor.
Venid amigos
Venid, amigos, y bendecid conmigo el
tronco del árbol del cual
un día el artesano rústico construyó el
cununo y el tamboril
trasnochador y ronco, porque ya son
muchas las noches que ha
repetido su canción monótona.
Venid, amigos, y bendecid el animal que
nos donó su cuero
para el bombo porque así quiso
hermanarse con el árbol.
Venid, amigos, y bendecid a la humilde
mata de achira,
a la mazorca noble, que nos legaron sus
granos para hacer el guasá;
al cañuto de guadua también, como el
cauce del río de la melodía.
Y oíd, que el negro canta:
Tum… Tum… del tambor
responde el cununo,
su hermano menor.
Y el negro cantor
Inicia –montuno–
su canto mejor.
Bendigamos, amigos, la marimba
armoniosa.
La marimba mulata y africana.
Y poned el corazón en los oídos:
La marimba gime, ¡marimba africana!
la marimba canta ¡marimba mulata!
La marimba tiene dentadura blanca
–teclado sonoro– y la voz delgada.
La marimba llora al negro a quien ama
y en sus melodías le desnuda el alma
La marimba ríe como una muchacha
a quien requirieran de amores con cantas.
Cuando muere un niño el velorio encauza,
preludia la salve con sones de lágrimas…
En la Nochebuena su voz nos embriaga,
cuando el bunde inicia o la juga ensaya…
¡Marimba que gimes en el Mar del Cauca,
Marimba que ríes dentro de mi alma…!
Guarapo
Naciste en los trapiches y tu alma es
casta y es dulce blancura de las cañas.
Tu corazón es verde como los
cañaverales en sazón,
por eso nos embriagas de esperanza.
Pero tu piel es mulata,
como la miel y como el ron, ¡guarapo,
hermano mío!
Guarapo, fiestero incorregible, que
siempre vas a misa los domingos
con tu traje aplanchado y tu camisa
azul; que en Navidad tocas
el bombo, agitas el guasá o melificas
en la marimba;
que por allá, por los días de la
Patrona, Nuestra Señora la Purísima,
prendes la llama de los trabucos y
mueves el badajo armonioso
de las campanas, porque acudan los
fieles y también los infieles
a la iglesia.
Guarapo, que le enseñas la más bella
postura al currulao;
que te evades vertiginosamente con la
juga o que te quiebras
con ritmo coreográfico perfecto en el
bunde; que eres la prima
de la guitarra serenatera y la canción
más dulce del enamorado;
que ya tienes con rubor a la luna
porque conoces todos
los secretos de la noche.
Guarapo, que aumentas el caudal de las aguas
bautismales;
que te mezclas a todas nuestras
lágrimas, en el velorio y el entierro;
que vas a trabajar al corte del minero,
al monte con el agricultor,
y sales al mar en la canoa de los
pescadores; que te emborrachas
con el negro y el mulato y gritas ¡Viva
Colombia!,
en los días de gozo de la patria.
Guarapo, hijo natural de la familia del
coñac, del brandy,
de la champaña, del whisky, de la
cerveza y del aguardiente;
guarapo mulato como la miel y como el
ron, hermano mío.
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