lunes, 20 de julio de 2020


Recordando a Diego Luis
Diego Luis Córdoba a la salida de una sesión parlamentaria.
Atrás, de sombrero, Adán Arriaga Andrade.
Foto Twitter: @MemoriaUN
Decía un liberal de vieja data que cuando uno habla de Diego Luis en materia de historia política nacional, todo el mundo en Colombia sabe que se está refiriendo a Diego Luis Córdoba.

Por lo que representó tanto para la región chocoana como para toda la nación colombiana, lo recordamos hoy en El Guarengue, a propósito del aniversario 113º de su nacimiento, que se cumple este 21 de julio; pues ese día, del año1907, nació Diego Luis en Neguá. Lo recordamos, mediante unas palabras introductorias de Pietro Pisano, que incluyen una fabulosa anécdota de la infancia de Diego Luis, y a través de un texto del mismo autor sobre las mujeres en el Cordobismo, un tópico a veces poco conocido.

Dice Pisano: “los relatos sobre Córdoba lo describen como un paladín de la causa de la gente negra, tanto en el Chocó como en Colombia, predestinado a realizar su mejoramiento. Como ejemplo de esto, el escritor chocoano Libardo Arriaga Copete relata una anécdota según la cual el niño Diego Luis Córdoba, interrogado una vez sobre los confines del Chocó, contestaría que:

“El Chocó limita por el norte con el Mar de las Antillas, por donde llegaban los bajeles cargados de negros esclavos con destino a las minas de oro; por el sur, con el Valle del Cauca, de donde eran los blancos despiadados que atormentaban a los negros esclavos en las minas; y, por el oriente, con Antioquia, donde los blancos llevaban el hierro en las manos, porque en el cuello lo llevaban los negros”.

“Desde niño, entonces, Diego Luis Córdoba tendría aquella conciencia racial que guiaría toda su carrera política, la cual se construiría sobre la emancipación de la gente negra de la subordinación de la cual era víctima por parte de los blancos.

“Por lo general, se atribuyen a este personaje tres logros, que llevarían al mejoramiento de la gente negra: la contribución en la creación de una identidad afrocolombiana (o afrochocoana) (Rausch,2003), la liberación de la gente negra del Chocó a través del estímulo de la educación y su emancipación política a través de la elevación de la región a departamento en 1947”[1].

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Las mujeres (negras) en la ideología cordobista:
la educación como medio de mejoramiento social[2]
Pietro Pisano

Hemos visto que el movimiento cordobista, surgido en 1933, se fundó en la búsqueda de un cambio en las relaciones raciales y sociales que habían caracterizado el Chocó desde la Colonia, poniendo fin al dominio de la elite blanco-mulata y logrando una mayor participación de los sectores marginados, socialmente pobres y racialmente “negros”, en la vida política, cultural y económica de la región. Es interesante destacar que, aunque con algunos límites que serán analizados más adelante, la condición femenina encontró un lugar importante en su programa. La razón de dicha importancia arraiga en la influencia que las ideas marxistas tuvieron en el movimiento cordobista.

En efecto, el marxismo ha tenido una interpretación que ha ido más allá de los problemas de clase y ha abarcado, no sin contradicciones, otras cuestiones, como las relaciones raciales y de género (Pisano, 2010). Al explicar su interpretación del marxismo, en un artículo publicado en la revista El Sábado en 1951, Diego Luis Córdoba esbozó la manera en que, a través de ello, se buscaba un cambio en las distintas formas de dominación y subordinación que afectaban los diferentes sectores de la sociedad. De acuerdo con él, el socialismo debía: “esforzarse por abolir todas las injustas diferencias de niveles de vida, seguridad y oportunidad entre los sexos, entre los grupos sociales, entre la ciudad y el campo, entre las comarcas y entre los grupos étnicos y raciales” (Córdoba, 1951, pág. 5).

Diego Luis Córdoba, 1933.
Foto Twitter: @colombia_hist
El programa cordobista se esforzó entonces por generar el mejoramiento de aquellos grupos que por género, “raza” o clase estaban marginados: las mujeres, la gente negra y los sectores populares. En lo que tiene que ver con la cuestión femenina, el cordobismo parece articular indirectamente estos ámbitos de subordinación. En efecto, siendo un movimiento dirigido al mejoramiento de la gente negra, término que en el Chocó de esa época indicaba generalmente personas que pertenecían a los sectores más pobres de la sociedad (Pisano, 2010), al hablar de las mujeres se dirigía particularmente a un sector específico de ellas, afectado por una subordinación que era al mismo tiempo de ‘raza’, de género y de clase, siendo las mujeres en cuestión también ‘negras’ y de sectores populares. Es más, justamente las mujeres negras parecían expresar la condición de marginación que toda la gente negra padecía en el Chocó dado que, en falta de instituciones educativas, quedaban en mayor medida relegadas a trabajos humildes y mal remunerados.

En particular, se podría plantear que el hecho de que muchas de ellas trabajaran como empleadas al servicio de la elite fue interpretado como una metáfora de la sumisión padecida históricamente por todo el grupo y que recordaba la esclavitud. De ahí que, por un movimiento que se proponía la “liberación” de la gente negra de las nuevas formas de sumisión y “esclavitud” a la cual había sido sometida tras la emancipación decretada en el siglo XIX (Pisano, 2010), el mejoramiento de las mujeres adquiriere un rol peculiar. Como ocurrió con la gente negra en general, también el objetivo de mejorar las condiciones de las mujeres chocoanas se expresó en el estímulo de la educación.

Este ámbito, en efecto, fue considerado fundamental tanto para desmentir los estereotipos que consideraban a la gente negra como incapaz de contribuir culturalmente en la vida del país, así como superar su sumisión política, económica y cultural respecto a los blancos (Pisano, 2009 & 2010). Es justamente en el discurso sobre la educación que la cuestión femenina emerge con más frecuencia. Ya en 1932, en una proclama pronunciada en Quibdó para anunciar su programa de cambio para el Chocó, Diego Luis Córdoba declaró: Vengo a tomarme el Concejo del municipio de Quibdó, para desde allí comenzar la transformación que el Chocó necesita; vengo a sacar a las señoritas del Chocó de la servidumbre y la ignorancia; vengo a proponer y dar el cambio social que nuestro pueblo anhela; vengo a educar a mi pueblo y a mi raza (Testimonio de Onofre Londoño Palacios. En Rivas, 1986, pág. 199)

De la misma manera, en otra ocasión, tras el rechazo demostrado por la aristocracia hacia un proyecto sobre la creación de “colegios para señoritas” en Quibdó y en Istmina, el mismo Diego Luis Córdoba afirmaría: “Yo les prometo a las madres chocoanas que pronto cambiaremos los delantales de sus hijas por diplomas de maestras” (Caicedo, 1992, pág. 29). En esos discursos el político chocoano no hace referencia explícita a la pertenencia racial de las mujeres de las cuales estaba hablando. Sin embargo, el hecho de que las mujeres negras eran las que más estaban excluidas de la educación permite plantear la hipótesis de que eran ellas las que mayoritariamente se beneficiarían de su programa sobre el estímulo de la educación femenina. De hecho, considero significativo que en la memoria popular chocoana el relato sobre estos discursos atribuye a las mujeres una pertenencia racial muy específica. Por ejemplo, según un testimonio recogido en Quibdó en la proclama de 1932 Diego Córdoba juraría “cambiar los delantales de las mujeres negras por diplomas de maestra” (citado en Pisano, 2010, pág. 143), evidenciando así el carácter racial de la política educativa del cordobismo.

Diego Luis en su oficina
de parlamentario, en Bogotá.
Foto: Archivo fotográfico
y fílmico del Chocó.
Llegado al poder, el cordobismo se preocupó por solucionar el problema de la educación femenina, particularmente el de las mujeres de sectores populares y, por ende, de la gran mayoría de las mujeres negras chocoanas. En 1934, el gobierno intendencial creó dos Colegios “para señoritas” en Quibdó y en Istmina, que hubieran proporcionado a sus estudiantes una formación secundaria y normalista (Caicedo, 1992). De acuerdo con Caicedo (1977), el Colegio Intendencial de Quibdó fue considerado el contrapeso del Colegio de la Presentación en el cual, como hemos visto, la entrada de las estudiantes negras era particularmente dificultosa. Gracias a las medidas tomadas por el cordobismo, un número impreciso de mujeres chocoanas pudieron acceder entonces a los estudios, tanto de primaria como secundarios, así como a los programas de becas que ese movimiento creó para favorecer la formación de los estudiantes de la región en los grandes centros del país (Pisano, 2009 & 2010).

Así, bajo la gestión del Secretario de Educación Vicente Barrios Ferrer, algunas estudiantes chocoanas tuvieron la oportunidad de participar en cursos de formación pedagógica en Bogotá, Popayán y en la Costa Atlántica (Caicedo, 1977; Martínez, 1983). Como afirma Teresa Martínez de Varela (1987), de las becas creadas por el cordobismo pudieron beneficiarse tanto estudiantes blancos como “negros”. En el caso que nos interesa, en el listado presentado por Caicedo (1977) localizamos al menos dos mujeres de la elite blanca de la ciudad: María Dualiby Meluk y Judith Ferrer. Sin embargo, también las mujeres negras de los sectores pobres o de la clase media negra quibdoseña pudieron acceder a esos programas de estudio. Muchas de ellas pudieron graduarse en el Instituto Pedagógico Femenino de Quibdó, creado por impulso de Diego Luis Córdoba y entrar en el mundo de trabajo ya no como empleadas domésticas o como vendedoras sino como maestras. A este propósito, un testimonio recogido en Quibdó relató que, gracias a la política cordobista, se produjo un aumento de mujeres en el mercado laboral chocoano, donde las maestras negras egresadas de las nuevas instituciones educativas remplazaron las que anteriormente llegaban del Cauca. En otros casos, esas profesionales pudieron acceder también a cargos en oficinas públicas (político chocoano de 78 años, entrevista realizada en Quibdó el 30 de septiembre de 2008).

La falta de datos no permite establecer con exactitud cuántas mujeres pudieron beneficiarse de las reformas realizadas en el sector educativo. Algunos datos contenidos en un informe presentado en el Congreso en 1946 en el marco del debate sobre la creación del Departamento del Chocó proporcionan elementos que confirman que muchas se dedicaron a la enseñanza, suscitando la preocupación de los hombres para el cambio de estatus social que esto implicaba. En efecto, el documento denunció el “avanzadísimo índice” de la Intendencia del Chocó en el sector educativo, tan avanzado que, según los autores, sobrepasaba las necesidades de la región. En particular, denunció los altos costos invertidos en la construcción y en la remodelación de edificios escolares, así como el gasto representado por la creación de becas, que sumaba $40.330 de la época. A este propósito, afirmó que en ese momento 94 estudiantes chocoanos eran becados para estudiar fuera de la Intendencia y 60 para estudiar en las instituciones educativas de Quibdó e Istmina.

El informe denunció además el énfasis dado a la educación humanística, que había provocado una “superproducción de maestros de ambos sexos”, que eran 217 para una población escolar de 8.514 niños. Por el contrario, resaltó la ausencia de una formación más “práctica”, auspiciando que: “El Chocó produjera técnicos, hombres prácticos, buenos oficinistas, de los cual carece, y mujeres útiles en la vida del hogar, cuya escuela no las desadaptará para convertirlas en serio problema económico para sus padres” (Anales del Congreso, 1946, pág. 7). Este documento confirma la entrada de muchas chocoanas en el mercado del trabajo en posiciones más prestigiosas respecto al pasado, así como la importancia que la enseñanza tuvo en este proceso. Al mismo tiempo, confirma la preocupación de sus autores por el cambio que esto determinaba en el rol tradicionalmente reservado a las mujeres, que se saldrían del ámbito doméstico al cual estaban relegadas históricamente o de la condición de servidumbre que caracterizaba las de los sectores pobres de la sociedad.

El “Informe sobre la Intendencia del Chocó” (1946) deja entender que las políticas actuadas por el cordobismo en materia educativa fueron interpretadas como la subversión de varios órdenes de dominación: por un lado, un orden socio-racial general, dado que muchas personas negras estaban dejando sus trabajos subordinados para volverse “maestros”, o sea estaban adquiriendo una posición laboral y un rol social más prestigioso. Por el otro, la educación femenina pareció subvertir el orden social, racial y de género: en efecto, muchas mujeres pudieron dejar la vida doméstica a la cual estaban relegadas tradicionalmente o en el caso de las mujeres de sectores populares, acceder a la instrucción, de la cual anteriormente estaban excluidas por la falta de instituciones educativas. Desde el punto laboral, muchas tuvieron la posibilidad de dejar de ser empleadas en las casas de la elite y, como lo había anunciado Córdoba en su proclama de 1932, volverse ellas también “maestras”. De esta manera, los sectores subalternos ya no estaban en el lugar que les había sido asignado históricamente: la gente negra estaba adquiriendo las herramientas para liberarse de la subordinación a la blanca; las mujeres negras se estaban emancipando de su opresión racial y de género.




[1] Pisano, Pietro. Liderazgo político “negro” en Colombia 1943-1964. Universidad Nacional de Colombia, 2012. 260 pp. Pág. 155.

[2] El presente texto es un fragmento de un escrito del autor basado en los resultados de su investigación “Liderazgo político negro en Colombia 1943-1964”, que fue realizada como base de la tesis de grado del mismo título para la Maestría en Historia en la Universidad Nacional de Colombia, aprobada en 2010. Tomado de:

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