04/08/2025

 Sobre la trayectoria institucional del Chocó 
y la Generación del Carrasquilla

Aunque no todos pertenecen a la llamada Generación del Carrasquilla, sí son todos pioneros de la chocoanidad, cuya obra individual y colectiva contribuyó a que durante la primera mitad del siglo XX el Chocó pasara de ser nomás que una fuente de materias primas a ser reconocido en Colombia como una sociedad regional con un proyecto sociopolítico y cultural de desarrollo humano y reivindicación de derechos. De izquierda a derecha: Adán Arriaga Andrade, Diego Luis Córdoba, Jorge Valencia Lozano, Eliseo Arango Ramos, Alfonso Meluk Salge, Delfino Díaz Ruiz, Emiliano Rey Barbosa,  Reinaldo Valencia Lozano, Francisco José Chaux, Armando y Dionisio Echeverry Ferrer, Daniel Valois Arce, Aureliano Perea Aluma, Primo Guerrero Córdoba, Sergio Abadía Arango, Ramón Lozano Garcés, Ricardo Echeverry Ferrer, Gregorio Sánchez Gómez. FOTOS: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó, Periódico ABC (Quibdó) y Colección El Guarengue.
En plena efervescencia de una de las más grandes gestas de chocoanidad y de unidad chocoanista, la emprendida durante la primera mitad del siglo XX por un grupo de intelectuales y políticos chocoanos -pioneros de la representación regional en el ámbito nacional- para posicionar a su terruño como sociedad y como región, como proyecto sociopolítico y territorial, en la escena nacional; y en ese mismo sentido conseguir la promoción a Departamento de la entonces Intendencia Nacional del Chocó…; cuando ya era frecuente que la prensa colombiana de ambos partidos registrara con amplitud y beneplácito las actuaciones de nuestros parlamentarios, pensadores y escritores en los ámbitos intelectuales, políticos e institucionales del país, las academias Colombiana y Antioqueña de Historia dieron a conocer, en sus respectivas publicaciones oficiales, un artículo titulado “El Chocó en la Historia”, de Abraham González Zea (Medellín, 1908-1995), educador e historiador, miembro correspondiente de la Academia Antioqueña de Historia.

El artículo del académico González Zea, que ocupa 15 de las 231 páginas del Boletín de Historia y Antigüedades de la Academia Colombiana de Historia N° 357-358, julio y agosto de 1944, publicado en Bogotá; hace un recorrido, periodo por periodo, de la presencia del Chocó en la Historia Nacional: Prehistoria (Tribus), Descubrimiento y Conquista, Colonia, Labor Evangelizadora, Independencia (el acápite más extenso y detallado acerca del desarrollo en suelo chocoano de las luchas contra la Corona española y la persecución cruenta de esta contra los patriotas criollos; incluyendo los pormenores de la delación, captura y juicio, sentencia y ejecución del patriota sabanero, de La Purísima-Córdoba, Tomás Pérez, cuyo nombre lleva un barrio de Quibdó), República (dedicado a narrar, paso a paso, norma por norma, el estatus político-administrativo del Chocó, desde 1819 hasta la fecha del artículo, 1944) y un acápite final titulado Sus hombres, que el historiador dedica con entusiasmo notorio y evidente admiración a destacar el trabajo concienzudo y sistemático de un grupo de prohombres chocoanos, que él bautiza como la Generación del Carrasquilla, dado que muchos de ellos cursaron sus estudios en este colegio de Quibdó, fundado en 1905.

El artículo El Chocó en la Historia, del académico Abraham González Zea, fue publicado igualmente en 20 de las 335 páginas páginas del volumen 17, N° 157-158-159, del Repertorio Histórico, de la Academia Antioqueña de Historia, de 1946; volumen este que incluye discursos, textos y una fotografía del Congreso Nacional de Historia, evento solemne que contó con la asistencia de academias y centros de Historia de todo el país, y que fue celebrado en Medellín en conmemoración del cuadragésimo aniversario de la Academia Antioqueña de Historia, fundada en febrero de 1903.

El texto documenta y testimonia el rotundo e histórico surgimiento del Chocó como sociedad y región en el escenario político, institucional, cultural e intelectual de Colombia, y cómo el país deja de verlo como mera despensa y abundante proveedor de materias primas, para percibirlo, vislumbrarlo y considerarlo en su calidad de integrante y constituyente de la nación, de sujeto sociocultural de derechos y unidad territorial, tanto en el mapa como en la nacionalidad. Todo ello gracias a las acciones individuales y colectivas de un nutrido grupo de prohombres o pioneros de la chocoanidad, que son mencionados por el historiador González Zea en los apartes de su texto que hoy reproducimos en El Guarengue-Relatos del Chocó profundo.

Julio César U. H.

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 El Chocó en la Historia.
Por Abraham González Zea.

Boletín de Historia y Antigüedades. ÓRGANO DE LA ACADEMIA COLOMBIANA DE HISTORIA. Director: LUIS AUGUSTO CUERVO. Redactores: GUILLERMO HERNANDEZ DE ALBA, MOISES DE LA ROSA. Volumen XXXI | Colombia—Bogotá, julio y agosto de 1944 | Números 357 – 358. Pp. 709-724 | FRAGMENTO.

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REPÚBLICA – Trayectoria política chocoana

Ahora, para no hacerme tan interminable, narraré a grandes rasgos los principales acontecimientos verificados en la trayectoria política chocoana.

De conformidad con la división política decretada por el Congreso de Angostura el 17 de diciembre de 1819, la Provincia del Chocó quedó perteneciendo directamente a Bogotá, de allí que se cumplían o se hacían regir las disposiciones que de dicha capital emanaran para toda la Nación.

La Constitución Nacional expedida en 1821 dividió la República en 7 Departamentos: Boyacá, Cundinamarca, Cauca, Magdalena, Orinoco, Venezuela y Zulia. Los Departamentos se dividieron en Provincias y éstas en Cantones, que se subdividieron en Parroquias. La Provincia del Chocó se adscribió al Departamento del Cauca, con capital en Popayán, y formada por los Cantones de Atrato y San Juan. En 1825, por Decreto ejecutivo de treinta de marzo, suscrito por el General Santander como encargado del mando, en su carácter de Vicepresidente de la República, se suprimieron los Cantones, pero se dispuso que quedaran subsistiendo los de Atrato y San Juan. El Cantón de Atrato se componía de la ciudad de San Francisco de Quibdó, como su cabecera, de las Provincias de Lloró, Chamí, Bebará, Murrí, y de las Viceparroquias de Neguá, Nemotá, Beté, Bebaramá, San José, Murindó, Bagadó, Tutunendo, Tanando, Cértegui, Troje, Guayabal y Agua Clara. El Cantón de San Juan se formaba de la ciudad de San Jerónimo, de Nóvita, como cabecera de las Parroquias de San Agustín, Noanamá, Baudó, Tadó, y de las Viceparroquias de Juntas, Cajón, Brazo Sesego, Agua Clara, Santa Bárbara, San José, San Cristóbal, San Juan Evangelista, Santa Rita de Iró, San Pablo, Viro Viro y Raspadura.

La Ley de 21 de noviembre de 1831 dividió el territorio en 15 Provincias, incluyendo la del Chocó. La Constitución expedida en 1832 suprimió los Departamentos y conservó las Provincias con sus Cantones y Parroquias.

La Constitución de 1843, que no alteró la división anterior, hizo surgir los Territorios Nacionales, denominados así por su reducida población y por su aislamiento y las grandes distancias que los separaban de la capital y demás centros de importancia. El Chocó no se incluía entonces entre los Territorios, por ser de mayor importancia que éstos. Entonces la Nueva Granada quedaba integrada por 20 Provincias, 131 Cantones, 810 Distritos, 70 Aldeas y 2 Territorios.

En 1858 se dividió el país en 8 Estados Federales, en virtud de la Constitución que se promulgó en dicho año y recibió el nombre de Confederación Granadina. En este mismo año se le cambió al país el nombre de Confederación Granadina por el de Estados Unidos de Colombia. Surgieron entonces los Estados Soberanos y el Chocó quedó incluido en el Estado del Cauca. Esta división subsistió hasta el año de 1885 en que el Consejo Nacional de Delegatarios dispuso dar al país el nombre de República de Colombia.

La Constitución expedida en agosto de 1886 cambió el nombre de los Estados por el de Departamentos, sin variar los límites geográficos, y los hizo depender del Poder Central.

En 1908 la Asamblea Nacional Constituyente y Legislativa expidió la Ley 1ª para establecer una nueva división territorial, y entonces resultaron 34 Departamentos, incluyendo el Chocó, después de haber sido erigido en Intendencia Nacional en 1906. En 1909 se promulgó la Ley 65, sobre nueva división territorial, y el Chocó tornó a ser entidad intendencial, dependiente hasta el presente directamente del Gobierno central.

SUS HOMBRES

Muy notable ha sido el aporte del Chocó, en los años pretéritos, a las más altas manifestaciones de la cultura patria. Varios Presidentes de la República, eximios literatos, filólogos y poetas, ilustres voceros en las Asambleas Constituyentes, en la legislatura del Cauca Grande y en el Congreso Nacional, vieron la luz en la tierra chocoana. Sin embargo, para el sociólogo tiene escasa importancia el simple accidente del nacimiento cuando no está acondicionado o no va acompañado de elementos que le impriman un significado trascendente. Así, por ejemplo, desde el punto de vista de la entidad Chocó, que es la que nos interesa en el presente estudio, fuerza es confesar que aquella gloriosa generación finisecular, la de los Mallarinos y Holguines y Arboledas y Argáez, la de los Contos y los Isaacs y los Carrasquillas y los Ulloas, solamente puede titularse chocoana en cuanto al episodio del nacimiento, sin que influyera en lo más mínimo en la formación, el desarrollo, la cultura y el progreso de su tierra de origen. Esta continuaba siendo, hasta comienzos del presente siglo, un simple rincón selvático del Cauca, sin personería ni entidad propias, y ni sus mismos hijos se preocupaban demasiado en aclarar, para sus futuros biógrafos, el lugar exacto de su cuna: bien sintomático es a este respecto lo acontecido con la cuna de Jorge Isaacs; cuando al poeta le fueron presentados, para que los corrigiera, algunos apuntes de su biografía, se limitó a tachar la expresión «nació en Cali», cambiándola por «nació en el Estado del Cauca», pero sin alardear claramente de su Quibdó nativo.

Con la reconstrucción de la antigua entidad política, operada en 1906, se reavivó en los chocoanos la dormida conciencia de su personalidad colectiva. Inusitada actividad cultural culminó entonces con la fundación del Instituto Pedagógico, germen del Colegio de Carrasquilla, y con numerosos periódicos y revistas de tan interesante influjo como El Chocó, A B C, El Istmo, El San Juan, y, sobre todo, la maravillosa revista literaria Prosa y Versos, que en su época asombró a los círculos intelectuales del resto del país por el exquisito gusto y el material selectísimo de que daba pruebas. Los juegos florales que entonces tuvieron como escenario a Quibdó, no han sido siquiera igualados posteriormente. Fue esa la brillante generación de Eduardo Ferrer, Heliodoro González, Emiliano Rey, Delfino y Jorge E. Díaz, Jorge y Reinaldo Valencia Lozano, Adriano y Rodolfo Arriaga, Fausto Domínguez A., Víctor M. Domínguez y Gómez, José A. Rivas Polo, [Gregorio] Sánchez Gómez, Rodolfo Castro, Mario Ferrer, Nicolás Castro, Guillermo O. Hurtado, Heliodoro Rodríguez, Juan B. Mosquera, Ricardo Valencia, Manuel Guzmán, y tantos más, a los cuales habría que añadir algunos nombres de elementos como Germán López, Carlos A. Orrego, Calderón Flórez, que, oriundos de otras secciones, se vincularon de corazón a ese admirable episodio de efervescencia cultural.

Don Abraham González Zea (Medellín, 1908-1995), educador, historiador y Miembro Correspondiente de la Academia Antioqueña de Historia e imágenes de las publicaciones oficiales de esta academia (Repertorio Histórico) y de la Academia Colombiana de Historia (Boletín de Historia y Antigüedades) en donde fue publicado el artículo "El Chocó en la historia", del Profesor González Zea. FOTOS: Academia Colombiana y Academia Antioqueña de Historia / El Guarengue.
AI propio tiempo, como correlación política o parlamentaria de aquella renovada personalidad popular, los voceros del Chocó en el Congreso empezaron a hablar un lenguaje distinto. Jorge Valencia, Heliodoro Rodríguez, Delfino Díaz, Emiliano Rey, Reinaldo Valencia, Francisco José Chaux, Eliseo Arango, Salomón Salazar G. y Gerardo García Gómez iniciaron la catequización de la opinión pública, hablando de la entidad chocoana, no como un apéndice del Cauca, del Valle, de Antioquia o de Bolívar, sino como de un ser geográfico, étnico, histórico y político bien diferenciado, con características peculiares que le hacen inconfundible. Pero el peso de esta labor recayó especialmente sobre la que pudiéramos denominar «la generación del Carrasquilla», vale decir la que se formó en los claustros del Colegio de Carrasquilla de Quibdó, de 1918 a 1930, inclusive. Adán Arriaga Andrade, Diego Luis Córdoba, quienes desde 1933 vienen actuando brillantemente en la expedición de leyes tendientes al mejoramiento y bienestar del pueblo chocoano; Osías Lozano Quintana, Daniel Valois Arce, Sergio Abadía Arango, Ramón Lozano Garcés, Ricardo Echeverri Ferrer, Jaime Castillo y otros, que vieron en el Parlamento colombiano un estadio para las reivindicaciones esenciales a su tierra natal. Y es bajo el influjo, el impulso y la dirección inmediata de esa generación del Carrasquilla como se ha producido el doble fenómeno: en lo interior, el fortalecimiento en los chocoanos de una conciencia colectiva que es hoy clara, nítida, orgullosa, altiva, inquieta e inconforme; en lo exterior, un conocimiento cada vez más exacto, por parte de los demás colombianos, respecto de la realidad chocoana, de sus riquezas potenciales, de su posición estratégica, de su inmenso valor como entidad racial, cultural y emocional con la que es indispensable contar en adelante para cualquier empresa que interese a la Patria común.

Los resultados de una labor tan inteligente como tesonera, adelantada en el último decenio por ese lujoso equipo parlamentario, están a la vista: En lo fiscal, el monto de las apropiaciones nacionales para atender directamente o para auxiliar las diversas obras del Chocó, pasó de los 100.000 pesos en 1930 al 1.000.000 de pesos en cada uno de los cuatro últimos años; una norma propuesta por el Representante Abadía Arango (parágrafo del artículo 3° de la Ley 21 de 1935) aseguró una participación del 10 por 100 sobre el producto del impuesto de oro físico a las regiones productoras, y otra que propuso el Representante Arriaga Andrade (la Ley 4ª de 1941) hizo extensiva la participación al impuesto sobre el platino, elevándola al 30 por 100 —como ya había sido elevada la del oro por el Gobierno Nacional (Decreto 508 de 1940)— y otorgó a los Municipios productores de oro y de platino una décima parte de lo que, por concepto de aquellas participaciones, correspondiere al respectivo Departamento o Intendencia. Obsérvese de paso que las dos iniciativas legales mencionadas, si beneficiaron fiscalmente al Chocó y a sus Municipios, produjeron mayores beneficios en Antioquia, cuya producción aurífera es de un volumen mucho mayor. En lo vial, fueron nacionalizadas las vías troncales del Chocó (Bolombolo-Bolívar-Quibdó, Istmina-Quibdó, Istmina-Negría, Apía-Pueblo Rico-Tadó-Istmina, Cartago-Nóvita y Quibdó-Bahía Solano), iniciativa del Representante Córdoba, de las cuales están para terminarse las de Bolombolo-Quibdó y Quibdó-Istmina; así como las secundarias (Juradó-Riosucio, Sautatá-Acandí y Andes-Bagadó).

En lo educacional, han surgido, además del histórico Carrasquilla, la Normal de Varones de Quibdó, la Normal Rural de Señoritas de Istmina, el Instituto Pedagógico Femenino de Quibdó, la Escuela de Artes y Oficios de Istmina y la Colonia Escolar de Vacaciones de El Carmen. En lo sanitario, se crearon y dotaron modernísimos hospitales en Quibdó e Istmina, un dispensario Antituberculoso en Quibdó y hospitales mínimos en Juradó, Bahía Solano, Pizarro, Nuquí y El Carmen, y se establecieron Unidades Sanitarias y Campañas Antipiánicas y Antipalúdicas por todo el vasto territorio. Y en lo institucional, los voceros del Chocó en la Constituyente de 1936 pusieron término, con el reconocimiento constitucional de las Intendencias y Comisarías, a la aberrante situación jurídica mediante la cual existieron de facto, durante un cuarto de siglo, entidades que la Constitución Nacional no reconocía y cuya extensión, sin embargo, ocupaba más de la mitad del territorio del país; propusieron en 1937 un estatuto especial, que es el ensayo más completo y atinado para la solución de los problemas regionales; obtuvieron en 1943 la expedición de la Ley 2ª, orgánica de la Administración Intendencial y Comisarial, llamada a transformar en breve tiempo esos vastos territorios nacionales, que le han ido abriendo paso a la erección del Chocó en el decimoquinto Departamento de Colombia, propósito autonomista ya muy cercano a su consagración definitiva. Tal es, a grandes rasgos, la labor realizada por la generación del Carrasquilla.

Sin embargo, para reincorporar efectivamente la tierra chocoana a la Patria colombiana, para aprovechar sus incalculables riquezas, para salvar de las endemias tropicales a ese núcleo humano tan vigoroso como sufrido, falta mucho por hacer. La conclusión de las vías de acceso, especialmente la carretera que, partiendo de Medellín, por Caldas, Bolombolo y Bolívar, pasa por Quibdó y va a terminar en el prodigioso puerto natural de Bahía Solano, y el reconocimiento de la calidad departamental a una sección cuyo desarrollo se ve dificultado por las peculiaridades del régimen intendencial, son objetivos inmediatos para los cuales debe el Chocó contar con el apoyo entusiasta de todos sus hermanos de Colombia.

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7 comentarios:

  1. Gracias Julio Cesar.
    Siempre es gratificante re-leer sobre los pro-hombres del Chocó.

    Douglas Cújar

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  2. Julio César, muy buenos días.
    Excelente labor que honra la memoria de la chocoanidad.

    Jairo Lorenzo Arias Chaverra

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  3. Gracias Julio César! A estos prohombres se les debe aún reconocimiento. Gracias por iniciarlo. Saludos.

    Jorge Valencia V.

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  4. Publicaciones como la que comentas y citas fueron frecuentes en el medio siglo XX, eran una especie de validación nacional de la existencia de un Chocó reconocido por algo más que su oro y su platino. Gracias por ponerlo de presente.

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  5. Muchas gracias mi estimado Julio Cesar por evocar tan importantes pasajes de nuestra historia, felicitaciones y muchas bendiciones.

    Florentino Blandòn Palacios
    Empresario y Docente Universitario

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  6. Excelente Material,, que Honra la Memoria de Ilustres Pro-hombres, Chocoanos que dejaron imborrable Huella, para ejemplo por seguir, de las Nuevas Generaciones. Felicitaciones por tu buen Trabajo.
    Salim Bechara Simanca

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  7. Hola Julio como siempre resaltó su labor y juicio para recordar y refrescar la memoria del coraje, aún es tiempo para construir unidos sobre lo construido. “Viva y en movimiento”. Zulia Mena

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