Reflexiones
de ayer para el colegio de hoy:
A
propósito de los 120 años
del
Colegio Carrasquilla, de Quibdó
Por lo menos unos cuarenta y cinco rectores han estado a cargo de la dirección del Colegio Carrasquilla, por cuyas aulas transitó la “Generación ilustre del Chocó”[2] o “Generación de la dignidad”[3], llamada también la Generación chocoanista o la Generación del Carrasquilla[4]; varios de cuyos integrantes serían profesores y rectores de la institución.
El intelectual y abogado quibdoseño Jorge Valencia Lozano, quien fuera Intendente Nacional del Chocó entre enero y abril de 1923, febrero a mayo de 1924 y febrero de 1927 a septiembre de 1930, fue uno de los integrantes de aquella brillante generación, que pondría al Chocó en la escena intelectual y política de Colombia y consagraría sus esfuerzos comunes a obtener para la región el paso de Intendencia a Departamento, como símbolo de autonomía y reivindicación sociopolítica, territorial, económica y racial.[5] Ampliamente considerado como uno de los mejores gobernantes del Chocó en toda su historia, tanto por su pulcritud y honestidad, como por su eficacia y visión estratégica, Jorge Valencia Lozano fue también Rector del Colegio Carrasquilla, cargo que ostentaba en 1938, cuando dio cierre a las actividades escolares de aquel año lectivo.
El discurso del Rector Jorge Valencia Lozano ante el estudiantado y el profesorado del Colegio Carrasquilla, en diciembre de 1938, va más allá de una admonición disciplinaria o un balance de lo actuado en el año. El centro de su reflexión es el llamado al compromiso ético en boga en la Colombia de entonces: el amor a la Patria. Y, para el caso regional, el amor a la Patria como adscripción del territorio chocoano al proyecto de nacionalidad colombiana y como compromiso, responsabilidad y deber de la juventud chocoana de sacar adelante a su tierra; así como fuente inspiradora y misión del Colegio Carrasquilla. Un diagnóstico panorámico de los problemas que en la época impedían u obstaculizaban el progreso del Chocó -muchos de los cuales persisten- es el telón de fondo de la invitación que el Rector Valencia Lozano hace a los jóvenes carrasquilleros de entonces para que asuman su compromiso con la región chocoana, como una muestra de civismo, amor a la tierra y a la patria.
Por considerarlo un documento histórico, valioso para las reflexiones que pudiera suscitar la conmemoración del 120° aniversario del Colegio Carrasquilla, en el Guarengue-Relatos del Chocó profundo, hemos transcrito y editado el discurso, que reproducimos a continuación y que está tomado de la Edición Extraordinario del periódico ABC,[6] de Quibdó, publicada con motivo de los 25 años de circulación de este medio, cuya vida se prolongaría hasta 1942 y en cuyas páginas quedó consignada gran parte de la historia regional durante la primera mitad del siglo XX.[7]
Julio César Uribe Hermocillo, 13.07.2025
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El
Colegio de Carrasquilla
y los rumbos del Chocó
(Discurso
de su Rector, al clausurar estudios en 1938)
Jorge Valencia
Lozano
Quibdó,
diciembre 18 de 1938
Dicen que cuando el enorme acorazado Hood de Su Majestad Británica se mueve de un mar a otro, es Inglaterra la que se moviliza. Y llego en mi amor al Chocó hasta el delirio y quisiera en mis ensueños que cuando el pueblo del Chocó se agitase, toda la tierra colombiana se estremeciera. Pero ello supone una ampliación y una intensificación de nuestras modalidades y circunstancias; un enriquecimiento social vigoroso; un progreso material que abrillante nuestra vida; una cultura que eleve nuestros espíritus; el crecimiento de nuestra población para colmar estos ámbitos verdes, silenciosos, improductivos por la inactividad.
Y así debe ser, porque como parte integrante de la nación somos una afirmación, una vida organizada. Pero la nación no puede quedarse quieta o paralítica, porque ella, para cumplir su destino histórico, no debe limitarse a vivir, sino que debe elevarse, superarse, cuajarse de civilización. Esta función biológica de perdurar no puede cumplirse en la nación al acaso, como al acaso es así mismo imposible en el individuo. Esta prolongación y este engrandecimiento social implican por fuerza la solución de uno de los más trascendentales problemas, como que es obtenido entre circunstancias tan opuestas como los polos de la Tierra: entre el hombre y el Estado y entre la libertad y el orden. La solución de este problema, cuando se efectúa al amparo de normas jurídicas, se traduce en la formación y el esplendor del espíritu cívico de los ciudadanos, que es orden y eficacia en el amor y en el servicio a la patria inmortal.
Este espíritu cívico no es solo obediencia a las leyes y a los magistrados, de parte del pueblo, ni equidad y justicia de parte de los magistrados: es también, en ambos casos, un conocimiento tan exacto como sea posible de las íntimas maneras de ser una sociedad y de las medidas encaminadas a realizar aquella prolongación del pueblo hacia las playas misteriosas del Destino. Por lo que hace al Chocó, exige de sus hijos un espíritu cívico más intenso que el que se impone a otros vástagos de Colombia, porque más dilatados y más agobiadores que los otros son los problemas que como desfiladeros escarpados nos recortan la luz de los horizontes y nos siembran de obstáculos la senda del progreso: la despoblación, el aislamiento, la carencia de vías de transporte, la desvinculación vial entre las diversas partes de la comarca, la carencia de industrias, la nula producción de riqueza agrícola, la pobreza de todos nosotros, la ausencia de un comercio poderoso, las barras de las bocas del San Juan y el Atrato, la desconexión de sus valles con las costas, el caciquismo, el consumo de víveres extranjeros o forasteros, el altísimo y desconcertante precio de la vida, que hace imposible todo ahorro, la absoluta carencia de créditos que fomenten la creación y la movilización de riquezas, y la deficiencia en la explotación agrícola, que ha sido y sigue siendo para nuestros patriotas empresarios como el infernal tonel de las hijas de Dánao.
He aquí pues la más intensa labor, digna de Hércules, que se ofrece a las nuevas generaciones del Chocó. Cada uno de estos temas es por sí solo un vasto programa de acción y de gobierno, que incita las energías, remueve el pensamiento, exalta la imaginación y empuja a las gentes hacia las aguas lustrales del patriotismo.
Todos son de urgente y diversa solución, porque el problema de la redención chocoana no se resuelve en uno solo de sus aspectos, sino en la simultaneidad de ellos. Pero ninguno me ha parecido tan capital como el de las vías de comunicación, porque ellas, en verdad, serán la base para la realización de todos los demás. Las carreteras traducirán en la vida lo que la naturaleza le ha brindado a manos llenas al Chocó y lo que los hombres le hemos negado: una intensa unidad territorial. Y más se aquilata este criterio si pensamos que las carreteras nos llevarán a las costas del Pacífico y del Atlántico. La anexión de la Costa del Darién, en donde el oro no se encuentra ya en las entrañas de la tierra, sino en los almibarados frutos bananeros que vienen brotando como un milagro, a las caricias de las brisas y al arrullo del mar azul en la ribera californiana de Acandí; la vinculación, muy estrecha y útil desde luego, de las tierras feraces que parten de las orillas del Río Napipí hacia las cabeceras de los ríos Salaquí, Cacarica y Juradó, pasando por la espléndida y oculta comarca de Unguía, que es ya una intensa huerta, donde los frutos rojos del cacao alternan con los plumajes del arroz, para llegar por Acandí a la frontera con Panamá, comporta la solución racional, práctica, del problema de la desvinculación de aquel ángulo del suelo colombiano, con resultados tan maravillosos que a los ojos de la misma imaginación aparecerían como un cortejo de ensueños irrealizables.
Y en el campo social y político, nada es tan necesario a la región como la grande perspectiva de acentuar sinceramente la fraternidad del Atrato y del San Juan. La naturaleza nos ha unido, aunque una de esas gigantescas corrientes lleva el aporte de sus aguas al Océano Pacífico y la otra concurre con el suyo al mar de las Antillas, porque, precisamente, esa diversidad de rumbos, engalanados por las florestas más bellas de la América nuestra, en oposición a su cercano nacimiento en faldas gemelas de los Andes enhiestos, es lo que da al Chocó toda la magnitud de su destino supremo, que nosotros ¡ay! hemos sido incapaces de comprender y fomentar.
[…]
En el colegio experimentan por primera vez los jóvenes el sentido de la comunidad, sienten que no son solos, que forman parte de una gran sociedad, cuyos hábitos llegan hasta ellos en las páginas inmarcesibles de la Historia; perciben los primeros llamamientos del alma hacia la vida nacional y se ven atraídos a la ruta de los hombres grandes e ilustres, que de ese mismo colegio se dispersaron al servicio de la Patria. Dijérase que en el colegio están protocolizados los anhelos colectivos y que solo allí pueden los adolescentes mirar, desde las esbeltas y ágiles ojivales, hacia las playas luminosas que enaltecen las heroicas visiones del pasado. En el colegio surgirán en sus almas los primeros anhelos y los impulsos hacia la lucha por el bien común.
El Colegio de Carrasquilla, por tanto, debe ser en el Chocó el supremo guion de las aspiraciones regionales; de aquí, y solo de aquí, deben surgir las palabras y las fórmulas normativas de un civismo acendrado y puro que encauce estas generaciones y las futuras hacia un prospecto de bienaventuranza comarcana. De aquí debemos divisar los barrancos y las cavernas del error y el egoísmo, y las tendidas y azulosas llanuras del civismo. Estas aulas deben ser granero de patriotas, porque los buenos ciudadanos no se improvisan. Prepararlos para el mañana, dignos, aguerridos, celosos del cumplimiento del deber y del bien regional, altivos señores de su propio yo, de tal manera que parodiando a los espartanos puedan decir: “Somos los muros del Chocó”; tal es la misión que el colegio debe realizar sobre la distinguida y adorada sociedad de los chocoanos.
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Colegio Carrasquilla, Quibdó, ca. 1960 FOTO: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó. |
Al despedirme con viva efusión, repito a los estudiantes, a quienes me esmeré de la manera más viva en ahorrar la más pequeña injusticia, las palabras de estímulo que diariamente les decía con toda unión. No vais a la vida con miedo, porque, aunque la vida no nos ofrece siempre la felicidad en copas rebosantes, al menos es buena y consoladora si transitamos sus sendas con lealtad a los supremos valores espirituales y con sanas y elevadas intenciones.
Y os renuevo el consejo que tantas veces os di: no busquéis la vida cómoda y no conozcáis ni la molicie ni el miedo. No olvidéis que aunque no brilló sobre la frente de Esparta el laurel que ciñó las sienes de Atenas, llegó a ser su rival en la hegemonía de la Hélade en todo el decurso de esa admirable y agitada vida griega, conmovida por todas las angustias del patriotismo y todas las torturas de la desesperación nacional, porque en Esparta la sencillez de las costumbres, la austeridad de la vida, la incomodidad y las privaciones permitieron a los lacedemonios el supremo orgullo de ser dueño de una Patria casi siempre intangible. Rechazad, pues, de vuestro espíritu, las malas pasiones y los vicios, que son los enemigos del espíritu, para que podáis compartir aquel orgullo de los lacedemonios, que se vanagloriaban de que ningún enemigo extranjero alcanzó a columbrar, ni siquiera desde las lejanías, el humo de los hogares espartanos.
[1]
Los datos son tomados de: César E.
Rivas Lara. Reseña histórica del Colegio Carrasquilla, Alma Máter de la cultura
chocoana. 115 años:1905-2020. Léanlo Editores, 2020. 360 pp. Pág. 46-48.
Sobre el Maestro Carrasquilla, puede leerse en El Guarengue-Relatos del Chocó profundo: Ricardo Carrasquilla: pedagogo y maestro, poeta y humanista, publicado el 5 de agosto de 2024. https://miguarengue.blogspot.com/2024/08/ricardo-carrasquilla-pedagogo-y-maestro.html
[2] César E. Rivas Lara. Obra citada. Pág. 29.
[3] Ver en El Guarengue-Relatos del Chocó profundo, La Generación de la dignidad (13.05.2024): https://miguarengue.blogspot.com/2024/05/la-generacion-de-la-dignidad-ramon.html
[4] González Escobar, Luis Fernando. Quibdó, contexto histórico, desarrollo urbano y patrimonio arquitectónico. Centro de publicaciones Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, febrero 2003. 362 pp. Pág. 177. “Es importante destacar que el Colegio Carrasquilla alcanzó uno de sus periodos más esplendorosos, cuando surge de sus aulas la denominada “Generación del Carrasquilla”, los cuales posteriormente asumieron el manejo del plantel".
[5] Sobre la vida y obra de Jorge Valencia Lozano,
incluyendo datos sobre su familia, Américo Murillo Londoño publicó dos
artículos en El Manduco, disponibles en:
https://elmanduco.com.co/vida-y-obra-de-jorge-valencia-lozano-i-parte-por-americo-murillo-londono-mis-memorias/ y https://elmanduco.com.co/vida-y-obra-de-jorge-valencia-lozano-el-intendente-del-siglo-ii-parte-por-americo-murillo-londono-mis-memorias/
[6] Periódico ABC, Quibdó. Edición Extraordinaria. Sábado 17 de diciembre de 1938. Edición N° 3444, pág. 10.
[7] Sobre
la trayectoria y el significado del periódico ABC en la historia del Chocó, pueden leerse
en El Guarengue-Relatos del Chocó profundo varios artículos, entre ellos: 1) Reinaldo
Valencia y su ABC (10.02.2020): https://miguarengue.blogspot.com/2020/02/reinaldo-valencia-y-su-abc-1-reinaldo.html,
2) Las lecciones del ABC (06.05.2019): https://miguarengue.blogspot.com/2019/05/laslecciones-del-abc-primera-pagina-del.html