In memoriam Gerardo Rendón y el Trío Atrato
Aunque la región es más conocida por la Chirimía y sus danzas folclóricas asociadas, la música chocoana –desde principios del siglo pasado– incluyó un elenco de virtuosos de las cuerdas: guitarra, tiple, bandola y violín; cuyo arte, junto al de la Chirimía, fue parte integrante del proyecto de construcción de identidad y región en el Chocó. Gerardo Rendón, Julio César "el Gringo" Valdés, Víctor Dueñas y Manuel "Mane-Mane" Santacoloma fueron guitarristas excelsos que, además de sumarse a la tradición, la enriquecieron y dinamizaron, contribuyendo así a la preservación del acervo musical regional.
Música y chocoanidad
Del mismo modo que, a partir de la creación de la Intendencia Nacional del Chocó (Decreto Nº 1347, del 5 de noviembre de 1906), creció un grupo de intelectuales y políticos chocoanos -pioneros de la representación regional en el ámbito nacional- que protagonizarían una gesta de unidad chocoanista para posicionar a su terruño como sociedad y como región, como proyecto sociopolítico y territorial, en la escena nacional…; y así como otro grupo irrumpió con admirable creatividad en los campos del periodismo, la educación, la poética y la narrativa (José A. Rivas Polo, Reinaldo Valencia Lozano, Carlos Arturo Truque Asprilla, Arnoldo Palacios, Hugo Salazar Valdés, Miguel A. Caicedo Mena, Teresa Martínez de Varela, Rogerio Velásquez y Libardo Arriaga Copete, entre otros), con una voz regional nunca antes escuchada en Colombia…; un grupo de músicos, cuya fama trascendió los confines regionales y viajó por el Atrato hacia el Caribe, por el San Juan hacia el Valle del Cauca, y por el camino de Antioquia hacia el interior del país, también contribuyó con su talento a consolidar aquella identidad regional en construcción.
Con todo y las limitaciones jurídico-políticas de esta figura, la creación y funcionamiento de la Intendencia Nacional del Chocó contribuyó a la consolidación y actuación pública de un nuevo sujeto social y político, de extracción popular y de pertenencia étnica y cultural, un sujeto consciente de su identidad y unido en torno a la causa del bienestar y desarrollo de su gente y de su territorio. Una nueva generación de chocoanos comprometidos con los destinos de su tierra había surgido y la historia de la región se transformaría sustancialmente gracias a sus acciones individuales y colectivas en la escena política nacional y regional. A dicha generación de intelectuales y políticos, artistas y profesionales, se sumaron los primeros músicos chocoanos reconocidos en el ámbito local y regional, que con sus notas enriquecieron también el pentagrama cultural y social de la región, su gente y sus tradiciones. Entre ellos, Abraham Rentería Key, Luis Crescenciano Valencia, Isacio Caicedo, Amador Caicedo, Melchor Murillo, Sandalio Blandón, Pedro Serna, Ramón Peña, Marcos Blandón, Carlos Borromeo Cuesta Murillo, Gonzalo García Carrasco, Eduardo Couttin y Eladio Martínez Vélez (padre de Teresa Martínez de Varela y abuelo de Jairo Varela); entre otras figuras excelsas de la época, de cuyo indiscutible talento se nutrieron la Chirimía Chocoana en su formato clásico y otras músicas locales y subregionales; así como la música de cuerdas, cuyos músicos más representativos se concentraron en Quibdó, Istmina y Condoto, estableciendo conexión con los aires de otras regiones del país y del mundo, que llegaban a estos rincones de la selva a través de la radio, de las victrolas ortofónicas y sus discos, y de los viajeros que iban y venían a través de una región cuyas riquezas atraían el cosmopolitismo a sus ciudades, pequeñas y a veces precarias, pero modernas como las urbes del país.
Los pioneros
Así las cosas, estos genios de la guitarra chocoana, que desde el Trío Atrato convirtieron cada serenata y cada presentación en una obra de arte en vivo, cultivaron y dinamizaron el acervo de música de cuerdas, inaugurado en las primeras décadas del siglo XX por una serie de agrupaciones de gran versatilidad en su composición organológica y en sus repertorios, que incluían boleros mexicanos y antillanos, diversos aires del Gran Caribe y del Caribe colombiano, lo mismo que valses, pasillos, tangos, chotis y ritmos de música andina colombiana. De hecho, como lo documentara una excursión folclórica organizada y llevada a cabo por el Centro de estudios del Conservatorio Nacional de Música, a finales de la década de 1950, en Quibdó, además de los aires folclóricos de la chirimía, cimentada ya como conjunto típico regional; músicos como el Maestro Abraham Rentería y don Eduardo Couttin dirigían estudiantinas o conjuntos de música andina colombiana, conformados por bandolas, tiples y guitarras, con un repertorio de bambucos, pasillos y valses, al mejor estilo del músico valluno Pedro Morales Pino y del santandereano Luis A. Calvo, glorias de la música vernácula andina del país. Simultáneamente, grupos de músicos jóvenes interpretaban aires de origen antillano y del Caribe colombiano.[1]
En su prolijo compendio Antología Musical del Caribe Americano (2012), el melómano, coleccionista y estudioso de la música popular antillana, caribe y chocoana Luis Ramón (Moncho) Garcés Herazo, documenta la presencia de una serie de grupos musicales, además de las bandas y las chirimías, con énfasis en la música de cuerdas. En los años veinte, según dicho trabajo, se conforma un grupo conocido como La nueva ola, en el que participan Abraham Rentería Key, destacado intérprete de la bandola, además del clarinete, la flauta y el saxofón; Eduardo Couttin en el violín y en la guitarra Eladio Martínez Vélez. Varios de estos músicos participarán también en un grupo creado posteriormente por don Isacio Caicedo, virtuoso intérprete de la bandola, incluyendo como guitarristas a Eliumen García y Eladio Martínez, Manuel Palacios y Manuel Santacoloma.[2]
En 1927, según Garcés Herazo, “se organizó un grupo de artistas locales, cuyo repertorio se basaba en la interpretación de pasillos, valses, tangos, chotis, etc. Este conjunto se constituyó con Carlos Cuesta Mena (“Comearroz”) y Manuel Felipe Moreno, guitarristas; Miguel Ángel Cuesta Blandón y Luis Crescenciano Valencia en los tiples; e Isacio Caicedo, con la bandola”.[3] Los integrantes de este grupo junto a nuevos músicos, como Isacio Caicedo (clarinete y requinto), Eduardo y Luis Ernesto Couttin (violín y trompeta), mantuvieron entre 1926 y 1930 el grupo Avanti. A partir de 1940, se crea una especie de conjunto de planta de la emisora intendencial La Voz del Chocó, en el que “se concentraron distinguidos intérpretes de la música de cuerdas, como “Abraham Rentería Palacios y Luis Crescenciano Valencia; Camilo López, César Emilio Valdés (Cemi, padre de “el Gringo”, abuelo de la dinastía), Darío Baldrich y don Fidel Lozano. Su repertorio estaba constituido por pasillos nacionales y de motivación regional, rumbas, boleros de origen centroamericano y sones cubanos y chocoanos, siendo el tema predilecto “Chocó paraíso de amor”, del profesor Crescenciano. Para agosto 16 de 1934 se reportaba en Quibdó la existencia del grupo Lira Atrateña, conformado por los músicos Carlos E. Cuesta, Rafael Ayala, Darío Baldrich, Neftalí Rengifo, Rafael I. del Pino y Crescenciano Valencia”.[4]
![]() |
Quibdó a principios de 1930, Misioneros Claretianos / El Guarengue |
Mención especial merece La Timba, de Víctor Dueñas, que por la misma época, desde principios de la década de 1950, se tomó literalmente la escena musical quibdoseña; como posteriormente lo haría esa extraordinaria orquesta que fue Los Negritos del Ritmo. Hacían parte de La Timba: "Rafael Baldrich, Francisco E. Blandón (Quiquí), Alberto Rengifo González (Chuculí) y Luisito “Cayayo” Rentería (guitarristas)…, Gabriel Valencia Palacios (tiple, voz, maracas); Armando Murillo en el clarinete; Santiago “Chacatás” Valoyes, Euclides Lozano y Feliciano Palacios Córdoba (Chano), claves y maracas; Jorge “Papito” Dueñas, Moisés Mosquera, Oscar Couttin (Oscutg) y Antún Bechara Carrascal, como vocalistas, y Julio Couttin, “Sapo” y Euclides Pacheco, timba y percusión. Este conjunto amenizaba los bailes, fiestas, paseos, reuniones, serenatas y todos los actos sociales de importancia en Quibdó y tenía un magnífico repertorio de boleros cubanos, mexicanos y boricuas, temas regionales y también sones, guajiras, guarachas, del Cuarteto Flórez, Cuarteto Mayarí, Cuarteto Marcano, Sonora Matancera y Los Panchos…”.[6]
Una lista significativa
Los anteriormente mencionados y otros grupos, que los sucedieron hasta principios del presente siglo, marcaron una ruta que el Trío Atrato siguió y cuyos caminos futuros trazó y enriqueció. Del compendio citado, de Garcés Herazo (2012), se deduce una lista, numerosa y maravillosa, de intérpretes de guitarra, tiple, violín y bandola, a lo largo del siglo XX en el Chocó; la cual elaboramos e incluimos como una muestra significativa de la riqueza interpretativa de tales instrumentos en la tradición musical chocoana, sin pretensión alguna de que ella contenga la totalidad de los intérpretes y conscientes de que la mayor parte de aquellos músicos ejecutaban más de un instrumento.
Los guitarristas conforman el grupo más numeroso de la lista: Eladio Martínez Vélez; Marcelino Caicedo; Eliumen García; Manuel Palacios; Manuel Santacoloma; Carlos Cuesta Mena (Comearroz); Manuel Felipe Moreno; Tomás Valdés (padre); Roberto Valencia Serna (fundador e integrante del exitoso dueto Fortich y Valencia, 1940); Gastón Guerrero Mosquera, fundador y destacado guitarrista de Los Isleños, en los años 50, y compositor del famoso vals “Aunque me duela el alma”, mundialmente conocido en la versión de Julio Jaramillo; Víctor Dueñas;[7] Rafael Baldrich; Luis Eladio Rentería Palomeque (Cayayo), Quibdó, 1925-1979, guitarrista de Tito Cortez (por ejemplo, en su famoso éxito Alma Tumaqueña) y Daniel Santos con el Cuarteto Encanto; Gabriel Valencia Palacios; Francisco “Pacho” García Rodríguez; Lubín Torres Perea; Jairo Bodhert Quintana (de Istmina, compositor de Istmineñita); Ignacio Hinestroza (Chagualo), integrante del famoso Trío Montecarlo, entre 1962 y 1994, su época de oro, cuando hicieron presentaciones nacionales e internacionales; Francisco Eladio Blandón (Quiquí); Alberto Rengifo González (Chuculí); Acisclo Mosquera; Wilson Moreno; Armando Torres Perea; César Mosquera Cetre; Feliciano Palacios Córdoba; Nicomedes Mena Mayo; y, por supuesto, "el Gringo" Valdés, Mane-Mane Santacoloma y Gerardo Rendón Mosquera.
En la lista de intérpretes de tiple se encuentran Aquileo Garcés, Miguel Ángel Cuesta Blandón, Luis Crescenciano Valencia, Miguel Vicente Garrido, Gabriel Valencia Palacios y Gonzalo García Rodríguez. Entre los violinistas: Eduardo Couttin (padre), Oscar Yates Rentería, Heliodoro González Couttin, Rafael Ayala Gómez. Y los intérpretes de bandola: Abraham Rentería Key, Isacio Caicedo, Rafael Ayala Gómez, Armando Valencia Perea y “un músico vallecaucano conocido como Viejo Villa”.
Los dos discos del Trío Atrato
![]() |
Trío Atrato-Lo mejor del Chocó-Volumen 2, FOTOS: Discogs / El Guarengue. |
Adiós, Gerardo. Adiós, Trío Atrato
Gerardo Rendón Mosquera, condoteño, hijo de Arturo Rendón y María Mosquera, quien aprendió a tocar viendo a guitarristas como Gastón Guerrero y Chagualo Hinestroza (“primero me aprendía las posiciones y luego preguntaba cómo se llamaba la nota”)[8]; fue guitarrista “puntero” de un grupo que acompañó a Olimpo Cárdenas, en una presentación en vivo, en Rionegro (Antioquia), cuando apenas llegaba a los 20 años.[9] Allá y en Medellín, Gerardo tuvo una vida musical, que continuó a su regreso a Quibdó, donde fue parte de Los Negritos del Ritmo y miembro fundador del Trío Atrato, la emblemática agrupación cuya historia se ha cerrado, por lo menos en este ciclo, con su fallecimiento.
Como sus compañeros de aventuras musicales en el Trío Atrato: Víctor Dueñas, Julio César Valdés y Manuel Santacoloma; Gerardo Rendón llega al final de su vida en medio del cariño de un pueblo entero que fue feliz con su música, admiró siempre su talento y lo guardará eternamente en su memoria como uno de sus mejores recuerdos... Aunque sin los homenajes institucionales, que debían ser de rigor: la recuperación y digitalización de las escasas piezas musicales que quedaron grabadas con sus voces y sus guitarras; y la documentación histórica de sus vidas y trayectorias musicales, que forman parte de la historia cultural de la región chocoana, a la preservación de cuyo patrimonio contribuyeron con su talento, tan extenso, profundo y pródigo como el río del cual, como trío, tomaron su nombre.
[1] Ver en El Guarengue “Entre chirimías y estudiantinas”:
https://miguarengue.blogspot.com/2024/02/entre-chirimias-y-estudiantinas-una.html
[2] Garcés Herazo, Luis Ramón. Antología musical del Caribe americano. Bogotá, Opciones Gráficas Editores, 2012. 594 pp. Pág. 484.
[3] Ibidem, pág. 485.
[4] Ibidem,
pág. 486.
[6] Ibidem, pp. 501-502.
[7]
Américo Murillo Londoño publicó, en El Manduco, de Quibdó, dos artículos biográficos
sobre Víctor Dueñas, que lo muestran en sus múltiples facetas. 1ª Parte: https://elmanduco.com.co/victor-guillermo-duenas-porras-compositor-musico-y-deportista-aquilatado-primera-parte-por-americo-murillo-londono-mis-memorias/
2ª Parte: https://elmanduco.com.co/victor-duenas-compositor-musico-y-deportista-aquilatado-por-americo-murillo-londono-mis-memoriasii-parte/
El vals de Gastón Guerrero, en la voz de Julio Jaramillo, puede oírse aquí: https://youtu.be/qAx5IkvzHxs?si=hOqGyj4Jz1gjk8Ss *Alma tumaqueña, de Tito Cortez, con la guitarra de Luis "Cayayo" Rentería, puede oírse aquí: https://youtu.be/UNVlwd_O8UI?si=B7iIaL3s7VwA3QRN
[8] Eugenio Perea García, Un tinto con Gerardo Rendón Mosquera. Chocó 7 días, edición 901, febrero 22 a 28 de 2013. Pág. 8.
[9] Ibidem.