Estampas quibdoseñas (V)
¡Música, Maestro!
Quibdó, Chocó, año 1916
A una década de su fundación, el Colegio Público de la ciudad es bautizado como Colegio Carrasquilla, en homenaje al excelso educador nacido en Quibdó,[1] y el gobierno intendencial –a través de su sección de Instrucción Pública– ha asumido su sostenimiento y administración, comenzando por el nombramiento de un nuevo Rector. La navegación a vapor por el río Atrato, entre Cartagena y Quibdó, funciona regularmente para carga, mercancía y pasajeros, contribuyendo a la dinamización del comercio local y regional, ejercido por sociedades y establecimientos de capitales foráneos –incluyendo a los llamados turcos– y de los primeros capitales locales. La geográficamente lejana Revolución Rusa, más distante que Bogotá o Popayán, incluso que Nueva York, se está aproximando; y con ella la parálisis de la explotación de platino en los Montes Urales, a causa de la cual el Chocó se convertirá en el primer productor de este metal en el mundo, un rentable aunque ruinoso boom, con el que las múltiples empresas mineras estadounidenses, constituidas en notarías de la región, pero con domicilios y propietarios en su país, sellaron el sistemático saqueo de ríos, orillas y pueblos de la región chocoana, dejando a su paso paisajes de piedra sobre piedra en donde antes hubo bosque y gente, y trastornando los ríos de tal modo, que nunca volvieron a encontrar su curso original
Madera
cortada en buena luna
Llegado en
el último vapor
En la misma sección de pequeños avisos del periódico ABC, Rumié Hermanos anuncia a la sociedad quibdoseña una profusa y similar oferta de mercadería: “un surtido completo de drogas frescas”: Zarzaparrilla de Bristol, Píldoras de Vida del Dr. Ross, Pastillas de Vichy y Manteca de cacao, Bálsamo Uruguayo del Dr. Nieck, Jarabe Ramí, jarabe de Yoduro de hierro de Blanchard, el gran Urodonal, Expectorante de Hayne, Linimento veneciano, Manzanilla y otras yerbas; así como calzado americano, blanco, para señoras y caballeros; tiras bordadas anchas, gran surtido de encajes, gran surtido de driles de un solo color, camisas extranjeras, camisetas; y un selecto surtido de rancho llegado por el último vapor, el cual incluye, además de vinos, coñac y whisky, galletas dulces españolas marca Viñas.
Remington, Zúñiga
Hermanos y ABC
Un aviso publicitario de máquinas de escribir Remington informa que “se venden a plazos y de contado” y que, para ello, los potenciales compradores deben “entenderse” con sus “agentes para el Chocó”: Emiliano y Agustín Rey Barboza (E&A Rey B.).[2]
Un poco más de un año antes, en noviembre de 1914, la empresa Zúñiga Hermanos introduce el cine a Quibdó, en su famoso Salón Colombia. Las funciones cinematográficas se suman a la intensa actividad cultural de la ciudad, que incluye veladas artísticas en las que se presentan zarzuelas, obras de teatro y recitales de poesía, así como una amplia y variada actividad literaria. Hace dos años largos, el 8 de diciembre de 1913 se ha publicado la primera edición del periódico ABC, fundado por Reinaldo Valencia y bajo la dirección de Guillermo Henry C., que circulará hasta 1944 y se convertirá en valioso documento de la historia regional en la primera mitad del siglo XX.
Una escuela de
música para formar una banda
Art. 3°. Son deberes del Director de la Escuela:
a) Dictar diariamente clases de música teórica y prácticamente a los alumnos matriculados, de acuerdo con el Reglamento que debe de expedir al dar principio a las tareas, y llevadas metódica y gradualmente hasta organizar una Banda;
b) Dirigir esta en todos los ensayos y obligar a sus miembros a que bajo su inmediata dirección den retretas públicas los jueves y los domingos, y a que solemnicen todas las fiestas civiles y religiosas en que tenga participación la Intendencia;
c) Vigilar por la disciplina y moralidad de los educandos;
d) Cuidar de que estos cumplan satisfactoriamente el compromiso que contraen al matricularse en la Escuela, llevando al propio tiempo el cuadro de conducta y aprovechamiento de cada alumno;
e) Formar inventario de los enseres e instrumentos que pertenezcan a la Escuela, cuidando de que los alumnos mantengan en buen estado y aseados dichos instrumentos;
f) Conservar arreglado, en orden numérico de clases, el repertorio de la Banda que se organice, y responder por la pérdida o deterioro que por su descuido sufra el instrumental, repertorio y demás útiles de la Escuela;
g) Hacer efectivas las penas que para los educandos se ordenen o establezcan en el Reglamento y que constarán en el respectivo contrato de matrícula.
Antes del “comuníquese y publíquese”, un Parágrafo con el que finaliza el decreto indica que “para atender a este gasto (el sueldo del director), así como para los de arrendamiento de local, escritorio y compra de útiles e instrumental, se votará en el presupuesto de la vigencia actual la partida correspondiente”; como efectivamente se hace, en el Decreto N° 15, del 29 de febrero, también firmado por el Intendente Santacoloma y el Secretario Díaz, “sobre presupuesto de rentas y gastos de la Intendencia Nacional del Chocó para el año en curso”; donde, en el apartado de Gastos varios, se reservan las siguientes partidas: Sueldo del Director de la Banda de Música de la Intendencia, en once meses, a $ 80 ($880); Alquiler del local para la Banda de Música, en once meses, a $ 5 ($55); Para instrumentos y muebles, $250.[4]
Al año siguiente, la Banda ya ha sido conformada. “Ya en 1917 la Intendencia había creado la Banda Intendencial, ese año dirigida por Luis F. Cáceres F. En un concierto en el Parque Centenario presentaron el siguiente programa: Libertador, marcha de Velasco; Traición de amor, vals; Entusiasmo, danza de L. Calvo. Maritza, danza… A Cáceres le sucedió en la dirección el saxofonista cartagenero Cristóbal Colombo J.; y a este lo reemplazó el violinista andino Márquez Cáceres y después otros, hasta la desaparición en el año 1928. El repertorio no varió en cuanto a ritmos, siguieron pasillos, marchas, valses, danzas, danzones, mazurcas”; nos cuenta Luis Fernando González.[5]
Disuelta la Banda Intendencial, el padre Nicolás Medrano aprovecha la nómina de músicos para constituir la Banda Franciscana, un hecho que, según el profesor Omar Palacios Mosquera, ocurre en 1924; y según Luis Fernando González, en 1929.
“Sobre la base de esta Banda Intendencial, el padre Nicolás Medrano reorganiza y crea en 1924 la Banda Parroquial denominada San Francisco de Asís, que tuvo como finalidad exclusiva animar las funciones litúrgicas de la parroquia, con especialidad la del Santo Patrono Francisco de Asís y la del Corazón de María”, anota el profesor Palacios Mosquera, memorioso devoto e historiador ad hoc de las Fiestas de San Pacho.[6] Por su parte, el historiador González, en su trabajo clásico sobre el desarrollo urbano de Quibdó, explica que “cuando el padre Nicolás Medrano en 1929 tomó bajo su mando los músicos de la desaparecida Banda Intendencial y formó la Banda Franciscana con 40 músicos, el repertorio varió hacia lo español, origen del levita, ya que hasta los mismos libros para el aprendizaje del solfeo eran de ese país”.[7] ...Años más, años menos, aunque sin la fortaleza y el respaldo institucional que otrora tuvo, la Banda Franciscana ha cumplido un siglo acompañando con su música el vertiginoso ritmo de la historia de Quibdó, especialmente su fervor procesional en las madrugadas y las tardes de todos los cuatros de octubre que han transcurrido desde que la banda fuera creada; así como su genuina alegría dominical en aquellos tiempos en los que las retretas regocijaban el alma y preparaban el ser para el comienzo de una nueva semana.
Una buena
noticia para terminar el año
En su edición del domingo 1° de octubre de 1916, en una nota al final de la tercera de las cinco columnas de su abigarrada primera página, bajo el título de “División Territorial”, el periódico ABC, de Quibdó, informa: “El presidente del Senado de la República ha comunicado por telégrafo a todas las municipalidades el proyecto de acto reformatorio de la Constitución por el cual se establece una nueva división territorial. Según el proyecto, el Chocó quedará igualado a las demás secciones del país. Por eso vemos la conveniencia de aprobarlo. El Chocó quedará tal como está hoy, pero con la ventaja de que tendrá autonomía verdadera, ya que se le asigna la facultad de tener consejo administrativo".[8]
Tiempo después se materializará dicho proyecto. Con la creación del Consejo Administrativo de la Intendencia, los niveles de autonomía del Chocó se incrementarán sustancialmente, haciendo posible hitos históricos como la consolidación de un plan educativo intendencial, que permitirá avanzar significativamente en la democratización del acceso a la educación pública, mediante la creación de escuelas y colegios en toda la región; y la formación de profesionales nativos, con apoyo económico oficial, en las mejores universidades del país, incluyendo el Conservatorio Nacional de Música de la Universidad Nacional de Colombia.
[1] Ver en El Guarengue, Ricardo Carrasquilla: pedagogo y maestro, poeta y humanista. https://miguarengue.blogspot.com/2024/08/ricardo-carrasquilla-pedagogo-y-maestro.html
[2]
Los datos de la publicidad de don Camilo Mayo, Rumié Hermanos y E&A Rey B.
son tomados de varias ediciones del periódico ABC del primer semestre de 1916.
[3] Gaceta Oficial de la Intendencia Nacional del Chocó, año V, N° 149. Quibdó (República de Colombia), junio 7 de 1916. Biblioteca Nacional de Colombia.
[4] N.B. Para tener una idea de la importancia de la suma, téngase en cuenta que el sueldo mensual del Intendente para ese año era de $216.
[5] Luis Fernando González Escobar. Quibdó, contexto histórico, desarrollo urbano y patrimonio arquitectónico. Centro de publicaciones Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, febrero 2003. 362 pp. Pág. 176.
[6] Omar
Palacios Mosquera. MEMORIA DE LA FIESTA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS EN QUIBDÓ.
Regocijo de fe, cultura y civismo, que alegra y cohesiona a los chocoanos.
2014, Editorial Mundo Libro. 515 pp. Pág. 227.
[7] Luis Fernando González E. Obra citada. Pág. 176.
[8]
Periódico ABC N° 318. Quibdó, domingo 1° de octubre de 1916. Año III.
Editor-propietario: Reinaldo Valencia.