31/03/2025

 Periódicos de ayer

*Por las páginas del ABC, de Quibdó, de Reinaldo Valencia, que publicó casi 3.000 ediciones, entre 1913 y 1944; y Ecos del Chocó, de Emiliano Rey B., pasaron las plumas más notables de la intelectualidad chocoana de la primera mitad del siglo XX. FOTOS: Hemeroteca Digital del Chocó.

Nada más viejo que un periódico de ayer, se pregonaba en las viejas salas de redacción de la prensa anglosajona y en sus primeras escuelas de periodismo, para poner de presente la importancia trascendental de la actualidad como fundamento del oficio noticioso e informativo. “Tu amor es un periódico de ayer, que nadie más procura ya leer. Sensacional cuando salió en la madrugada, a medio día ya noticia confirmada y en la tarde materia olvidada”, proclama el clásico “Periódico de ayer”, de Catalino Curet Alonso, en la voz inmortal de Héctor Lavoe, que en el coro pregona: “¿Y para qué leer un periódico de ayer?”

Digitalizando la historia del Chocó

Aunque mantuvo y mantiene su tributo al imperativo de la actualidad, incluso en detrimento de la calidad y de la verdad, rápidamente la propia prensa fue cada vez más consciente de su papel como notaria de la historia, en el sentido de dejar consignados para la posteridad testimonios fehacientes de los hechos y acontecimientos de la sociedad. En ese sentido, la prensa es cronista de su tiempo y cada ejemplar de cada periódico es un registro valioso de lo acontecido, que servirá en el futuro para comprender los caminos del pasado, del mismo modo que una vez sirvió para satisfacer la necesidad de conocer lo sucedido en el presente.

De allí la importancia de las hemerotecas -colecciones o bibliotecas de publicaciones periódicas: diarios, revistas, boletines, gacetas- como reservorios patrimoniales e históricos, como fuentes relevantes de información significativa para documentar la vida de una sociedad. De allí la importancia de la Hemeroteca Digital del Chocó, un proyecto ideado y coordinado por Gonzalo Díaz Cañadas, creador también del Archivo Fotográfico y Fílmico del Chocó, recientemente adscrito al sistema nacional de archivos, con el apoyo del Archivo General de la Nación.

Con el auspicio del Ministerio de Cultura y de la Biblioteca Nacional de Colombia, la Hemeroteca Digital del Chocó, con código de acceso libre, ha sido concebida como “una herramienta para la investigación de los procesos sociales, políticos y culturales” del Chocó “y su configuración política y territorial en el período republicano”, desde la creación de la Intendencia en 1907 hasta el departamento en 1947”, periodo durante “el cual la próspera y constante voz de la prensa local jugó un papel protagónico”[1]... Citará, El indígena chocoano, El Constitucional del Chocó, Ecos del Chocó, ABC, El Heraldo, El Día, Presente y la Gaceta de la Intendencia del Chocó, son los periódicos disponibles para consulta en este formidable e invaluable repositorio digital.

Licencia en trámite

Taponado el río Truandó. Explosión de aspirantes en el Chocó: 205 listas para el concejo, 28 para asamblea y 52 para alcaldías. Denuncian “clavija” en el Concejo. El Chocó reclama seis mil millones de pesos de Ley Tercera. La guerrilla atacó a Juradó… Estos cinco titulares y sus respectivos textos ocuparon la primera página de la primera edición del periódico Citará, fechada en marzo de 1992, en Quibdó (Chocó), a un precio de $120 el ejemplar y con “Licencia en trámite”.[2] En la esquina inferior derecha, un mensaje institucional completaba la portada: “Ejerza la democracia a conciencia… vote limpio!!! CITARÁ”.

Hace 30 años

En marzo de 1995, Citará llegaba a la edición N° 20.  En su habitual columna de opinión “El Cirirí”, que firmaba como Gonzo, su fundador y director, Gonzalo Díaz Cañadas, registró este hecho como un acontecimiento: “Casi que no, pero por fin llega el Grupo Díaz C. con su periódico CITARÁ a la edición N° 20. En un medio tan pobre y difícil como el Chocó es realmente una quijotada lo que han hecho los hijos del Mono Díaz, saliéndose del marco político del papá y apuntando hacia algo positivo y trascendental como es la defensa de nuestra biodiversidad y la búsqueda de un desarrollo armónico y sostenible para el Chocó…”.[3]

“El Chocó en bancarrota. $11 mil millones de déficit en la gobernación, $5 mil deuda de Quibdó. Violencia, tragedias y cólera”,[4] era el titular a cuatro columnas, con un texto que ocupaba un tercio del espacio de la primera página y una foto de “Franklin Mosquera Montoya, Gobernador del Chocó”, que encabezaban la portada de aquella vigésima edición de Citará. Tres titulares más, uno de ellos sobre el nombramiento de Luis Gilberto Murillo como director del ICEL: “Una luz de esperanza para la Electrificadora del Chocó”; y un recuadro denominado VITRINA, en el que se anunciaba el Editorial: “Hora de grandes decisiones” y se incluían seis titulares adicionales: La carretera al mar por el Chocó. Remezón burocrático en el Chocó. Nuevo Director de Codechocó. Suspenden minería con retros en el Chocó. Chocó ante el riesgo del apagón. El “Canal del Cura” en la mira del turismo ecológico; completaban el material informativo de la primera plana de la edición N° 20 del periódico Citará, fechado en Quibdó-Chocó, en marzo de 1995, cuyo precio por ejemplar era de $300… El espacio restante de la portada lo ocupaban dos avisos publicitarios: uno de American Dent, situado en la carrera 6ª con calle 26 de Quibdó, de Carlos Valencia Martínez-Mecánico Dental; y otro de Brandy Domeq, que según el aviso “se impuso en el Chocó”, y cuyos pedidos podían hacerse en la carrera 3ª N° 25-53.

Un acontecimiento en la vida cultural de la región chocoana, el fallecimiento y sepelio de uno de los más grandes músicos del Chocó, fue registrado en esta edición en la nota titulada “Adiós al maestro Salamandra”[5]; mientras que en la página 13 se anunciaba la creación y realización del primer festival de danza y chirimía Antero Agualimpia. En la página 5, Jesús Elías Córdoba Valencia rindió homenaje a Bajameuno, “un cambambero que se bebía la noche quibdoseña en cada hueco de su flauta”.[6]

Ediciones N° 1 y N° 20 del periódico Citará, de Quibdó, el primero cuya colección completa ha sido digitalizada como parte del proyecto de la Hemeroteca Digital del Chocó. 

Igualmente, hace 30 años, en la edición N° 20 de Citará quedó registrada la elección del primer director de Codechocó bajo la nueva modalidad electoral y la nueva estructura corporativa de la institución: “El recién creado consejo directivo de la Corporación autónoma para el desarrollo sostenible del Chocó, Codechocó, escogió como primer director dentro de la nueva estructura de la entidad al ingeniero forestal Lácides Mosquera Andrade, quien viene vinculado a este organismo hace cerca de 20 años”.[7] Otras noticias ambientales -materia en la cual Citará siempre estuvo adelante- publicadas en esta edición, tuvieron que ver con el traspaso del Proyecto Biopacífico al recién creado Instituto de Investigaciones del Pacífico, entonces nombrado como Von Neumann; con la declaratoria del Parque Nacional Natural Los Katíos como patrimonio de la humanidad; la vocación ecoturística del Canal del Cura en Raspadura; y la propuesta de reordenamiento territorial del país para constituir regiones, en la cual se destacaba la siempre avivata presencia de los vecinos antioqueños y la propuesta del gran Chonto Abigaíl Serna Arriaga de rechazar esa propuesta y constituir una región con los 39 municipios negros del Pacífico colombiano, en lugar de integrarse con paisas, vallunos y demás potentados del vecindario.

Dos optómetras, cuatro médicos, más de una docena de abogados, siete ingenieros civiles, cuatro arquitectos, un relojero y un yerbatero amazónico radicado en Istmina ofrecían sus servicios a través de avisos en la edición N° 20 del periódico Citará, de Quibdó, hace 30 años, cuya pauta publicitaria era significativamente copiosa.

Citará N° 111

Quince años y seis meses después de su primera edición, en septiembre de 2007, se publicó la última edición de Citará, la N° 111 ($800 el ejemplar), con una primera plana más colorida y un cabezote de identificación visiblemente diferente al original y a los de otras ediciones a lo largo de la década y media durante la cual circuló el periódico.

Al igual que en su edición prima, las noticias electorales, particularmente los comicios para alcaldías 2008-2011, ocuparon la primera página de la última edición que se publicó de Citará. “Elecciones a la vista el 27 de octubre. Alcaldías 2008-2011, Candidatos, A votar por gente de fiar”; se le lee en los titulares principales, acompañados de las fotos de siete aspirantes de sendos municipios, quienes parecían ser los que Citará consideraba “gente de fiar”, si a la nota respectiva nos atenemos: “En medio de los 118 candidatos a 30 alcaldías del Chocó y de esta rapiña por el poder en el manejo de los recursos del fisco, vale la pena destacar las aspiraciones de gente seria, honesta y comprometida no solo con sus municipios, sino con una propuesta de desarrollo regional para el Chocó, lo que les da una dimensión regional. En sus municipios son conocidos por su gestión social, humanitaria, organizativa y su compromiso con la tierra que los vio nacer. Todos gozan de respeto, admiración y liderazgo, de propuestas serias y muchas ganas de servir y de demostrar que sí se puede hacer un trabajo serio y articulado hacia la recuperación del Chocó como unidad”.[8] …Se trataba de los candidatos a la alcaldía de Sipí (Claudio Florentino Lemus), Río Quito (José Guido Mena), Cantón de San Pablo (Lewis Mosquera), Condoto (Luis Murillo), Bahía Solano (Orlando Zapata), y de dos mujeres profesionales bastante conocidas desde entonces en el campo de los movimientos sociales: Rosmira Valencia D., candidata a la alcaldía de Bojayá; y Zulia Mena García, candidata a la alcaldía de Quibdó.

“Periódico de resistencia, trinchera de la chocoanidad”

Entre marzo de 1992 y septiembre de 2007, circularon en Quibdó y en el Chocó 111 ediciones del periódico Citará. La totalidad de estas ediciones están ahora disponibles en la Hemeroteca Digital del Chocó[9]; al igual que otros tantos periódicos de diferentes épocas publicados en la región.

En su primera edición, Citará proclamó su propósito de “convertirse en un faro que irradie la información que el Chocó necesita”[10]. En el N° 3, su lema era “Por un desarrollo armónico y sostenido para el Chocó”. En el N° 20 tenía como lema “Por un desarrollo armónico y sostenible para el Chocó”. En su N° 69, de hace 25 años, en marzo de 2000, se presentaba como “Un periódico de resistencia, una trinchera de la chocoanidad”. En la edición conmemorativa de sus 10 años, en 2002, se presentó como un periódico “de infatigable trabajo cotidiano en pro de la búsqueda del equilibrio biodiverso de este Pacífico olvidado… Ejerciendo periodismo ambiental, serio, imparcial y objetivo en el Pacífico Colombiano”.[11] En su última edición (N° 111, septiembre de 2007), en su cabezote de identificación en primera plana, al lado de su nombre, Citará incluyó una pequeña bandera promocional en la que se leía: “Chocó territorio biodiverso. Tus recursos son nuestros y nuestra la responsabilidad de defenderlos”.[12]

La actualidad del pasado

Hoy, quizás ni el mismo fundador de Citará, con todo y su buena memoria, recuerde que en su periódico -en la página 13 de la edición N° 3 (mayo de 1992, $200 el ejemplar) fue publicada una nota social del grado universitario del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Gerson Chaverra Castro, incluyendo su foto de novel abogado: “En una ceremonia especial recibieron su título de abogados de la Universidad Autónoma de Colombia Inés Damaris Ñuste Castro y Gerson Chaverra Castro, quienes realizaron su secundaria en Quibdó. En esta misma ciudad, ellos se desempeñan como Jefe de Control Posterior de la Contraloría, ella, y él, como abogado del Departamento Administrativo Municipal”.[13] ¿Pensó alguien, en ese momento, que Chaverra Castro llegaría hasta ese elevado puesto dentro de lo que en Quibdó familiarmente llaman “La Rama”? Seguramente no. 

Gran parte del valor patrimonial de los periódicos de ayer radica precisamente ahí, en las simples y llanas constancias históricas de hechos que en algún futuro serán acontecimientos. Siempre habremos de leer los periódicos de ayer cuando de entender aquel pasado -que una vez fue presente- se trate; en este hoy, que ayer era mañana, pero ya dejó de serlo... 


[1] Hemeroteca Histórica del Chocó. https://hemeroteca.utch.edu.co/

[2] Periódico Citará. Quibdó-Chocó, N° 1, marzo de 1992. Pág. 1.

[3] Periódico Citará. Quibdó-Chocó, N° 20, marzo de 1995. Pág. 10.

[4] Ibidem, pág. 1.

[5] Ibidem, pág. 2.

[6] Ibidem, pág. 5.

[7] Ibidem, pág. 7.

[8] Periódico Citará. Quibdó-Chocó, N° 111, septiembre de 2007. Pág. 1.

[10] Periódico Citará. Quibdó-Chocó, N° 1, marzo de 1992. Pág. 3.

[11] Citará N° 89. Edición conmemorativa 10 años. Pág. 1.

[12] Periódico Citará. Quibdó-Chocó, N° 111, septiembre de 2007. Pág. 1.

[13] Periódico Citará. Quibdó-Chocó, N° 3, mayo de 1992

24/03/2025

 La poesía habla de nuestra humanidad común

"La orquestación de las palabras, el colorido de las imágenes y la contundencia de una buena métrica otorgan a la poesía un poder sin parangón. Como forma de expresión íntima que permite abrirse a los demás, la poesía enriquece el diálogo que cataliza todo progreso humano y es más necesaria que nunca en tiempos turbulentos", ha expresado Audrey Azoulay, Directora general de la UNESCO.[1] “La poesía, practicada a lo largo de la historia en todas las culturas y en todos los continentes, habla de nuestra humanidad común…”. Desde 1999, la UNESCO adoptó el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía

A propósito de esta efeméride, del inédito Breviario de sospechas, evidencias y confesiones (®Julio César Uribe Hermocillo), 3 poemas para nuestro Guarengue.

ROCHELA
FOTO: Juan José López Negrette
X: @JJLN0468

Atabales y tambores
bombos y bongós
todos a una y en coro
levanten ahora su voz
para que dance sin pausa
aquí entre nos la esperanza
Con fandangos costaneros
y pasillos ribereños
con sandungas cienagueras
y chirimías montunas
Con mazurca y contradanza
patacoré y currulao
tamborito y aguabajo
maquerule y abosao
Hasta que duerma la noche
hasta que despierte el día
hasta que la paz regrese
toda de fiesta vestida
y con toda su alegría
vuelva a reírse la vida.


FOTO: Juan José López Negrette
X: @JJLN0468
HABÍA BIOMBOS EN LAS CASAS
Había biombos en las casas,
las viejas casas aquellas,
biombos de madera y tela,
de madera verdadera.
Había biombos en las casas,
de madera verdadera,
biombos de mimbre y madera
en aquellas casas viejas.

Chombos había en las casas,
las viejas casas aquellas,
chombos brillantes y altivos,
trashumantes como el río.
Chombos había en las casas,
como el río, trashumantes,
chombos heroicos, brillantes,
en aquellas casas viejas.

Había bombos en las casas,
las viejas casas aquellas,
cómplices bombos rotundos,
que con sus ecos al mundo
preñaban en las verbenas,
con rayos de luna llena
y alegrías de rumbantela,
en aquellas casas viejas.

Tamboras también había
en aquellas casas viejas,
tan sonoras las tamboras
como al alba gris la selva.
Y había también Tamborito,
también había Mejorana,
Bunde había y Tamborera
en aquellas casas viejas.

Había chombas en las casas,
en aquellas casas viejas.
Chombas de pelo apretado,
con senderos y caminos
en la cabeza trenzados,
rutas de vuelta al origen,
a la patria ya olvidada,
en aquellas casas viejas.

Había dolor y tristeza
en aquellas casas viejas.
Pero también resistencia
de trúntago y guayacán
en las chombas y en los chombos
sedientos de libertad.
Había dolor y tristeza
en aquellas casas viejas.

Pasión de tambora había
en aquellas casas viejas.
Bombos, chombas, chombos,
tambores, tristezas, dolores
había en las casas aquellas.
Hoy hay historia y memoria;
pero África falta en el mapa
de las nuevas casas viejas.

FOTO: Juan José López Negrette
X: 
@JJLN0468

DEL FRÍO
A veces el frío
congela la vida
Interrumpe el frío
a veces el día

Paraliza el frío
a veces la vida
A veces el frío
al día y a la vida
los pone a temblar

A veces el frío
desluce las noches
inunda las manos
las sábanas moja

En las noches frías 
la luna tirita
con ruana de estrellas
se viste y se va
Hay hielo en las manos
y en el lecho frío
se añora otro cuerpo
que lejos está

Juega el alma entonces
a la chimenea
La memoria es leña
de viejas caricias
de abrazos antiguos 
de besos pasados
Y así es como el frío
a veces convoca
cálidas ternuras
donde arden mil versos
del más verde amor
se encienden caricias
hay fuego en los besos
calor en la piel

El amor entonces
nos salva del frío
rescata a la vida
abraza a la noche
nos entibia el lecho
abraza y abrasa
y con sus rescoldos
inaugura al alba
la tibieza nueva
de un día sin frío 
torrente imparable
de vida y de amor.

Y entonces el frío
se abriga y se marcha
por el monte arriba
dispuesto a entibiarse
con sus pies helados
con sus manos frías
…y muerto de frío.



[1] UNESCO. Día Mundial de la Poesía - 21 de marzo. https://www.unesco.org/es/days/poetry UNESCO: Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura – United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization.

17/03/2025

 Buscamos un puesto en la sociedad, 
dado que ya lo tenemos en la Naturaleza

Fragmento del prólogo 
de Carlos Calderón Mosquera
a El Chocó por dentro
de Carlos Arturo Caicedo Licona

Carlos Arturo Caicedo Licona (Quibdó, 1945-2023) no pudo haber encontrado mejor prologuista para su primer y maravilloso libro de ensayo, El Chocó por dentro, que el prominente intelectual, lúcido militante y disciplinado investigador, escritor y profesor universitario Carlos Calderón Mosquera (Condoto, 1927 - Cali, 2012). FOTOS: El Guarengue y Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.
Introito (de El Guarengue)

En 1980, en la introducción a su libro El Chocó por dentro, Carlos Arturo Caicedo Licona escribió: “Este escrito no va para los eruditos, va para los de nuestra condición. Puede ser leído en cualquiera de nuestros ranchos y guardado detrás de la lamparita que ilumina el chisporroteo quejoso ofrendado a los dioses para que detengan los martillazos lacerantes en nuestros estómagos vacíos”.[1] Y a fe que esa era la sincera, honesta -e incluso un tanto cándida- aspiración intelectual en la que se fundamentó su debut como escritor, que ya se había fogueado en el periódico Saturio: que cada uno de sus textos fuera semilla que brotara en la tierra fértil de la conciencia orillera de las gentes del Atrato, del San Juan y del Baudó, del Pacífico y del Caribe, y germinara en procesos de lucha contra el congelamiento intencional de las fuerzas productivas en el Chocó (una de las tesis principales de su libro), sometiéndolo a ser simple enclave proveedor de metales preciosos y materias primas; y en reivindicaciones colectivas a favor del reconocimiento de la nación afrochocoana (otra tesis central de su libro) como una nación dentro de la nación colombiana. A través de estos procesos y reivindicaciones, y de obras de valía, como el canal interoceánico Atrato-Truandó, sostiene Licona, el Chocó encontraría una salida a la encrucijada histórica de su ausencia total en las agendas del desarrollo de la nación colombiana, cuyas élites clasistas y racistas lo han excluido y segregado desde siempre.

Dios los cría y ellos se juntan, podríamos decir, pues Carlos Arturo Caicedo Licona no pudo haber encontrado mejor prologuista para su primer y maravilloso libro de ensayo que el prominente intelectual, militante lúcido y sagaz, disciplinado investigador, escritor y profesor universitario Carlos Calderón Mosquera (Condoto, 1927 - Cali, 2012). Al igual que, dos años después, encontraría en Daniel Valois Arce (Tadó, 1910 - Medellín, 1989), otra figura intelectual cimera de la chocoanidad, el mejor intérprete de su primera obra literaria: Glosa paseada bajo el fuego y la lluvia, para que escribiera la sucinta presentación de contraportada de la primera y también única edición del libro…

Carlos Calderón Mosquera, haciendo gala de su conocimiento y de su formación intelectual sólida e integral, en universidades colombianas y extranjeras, escribe un prólogo que no solamente guía al lector por los vericuetos contextuales, históricos y políticos del libro El Chocó por dentro, de su tocayo y amigo, discípulo y colega, Carlos Arturo Caicedo Licona. Además, a la altura y más allá de los planteamientos del libro, le regala a la chocoanidad una síntesis precisa, bien escrita y plena de lucidez, de los factores estructurales determinantes de la compleja y dura historia de esta sociedad regional; complementando así el retrato que Caicedo Licona nos pinta con trazos firmes y determinados en su sensato análisis, que tiene mucho de clarividente, visto los acontecimientos que posteriormente conducirían a la expedición de una nueva Constitución Política y a la expedición de la Ley 70 de 1993.

Se cumplen en agosto 80 años del natalicio del intelectual, escritor y profesor universitario chocoano Carlos Arturo Caicedo Licona (Quibdó, 12 de agosto de 1945 – 19 de junio de 2023), de cuya muerte conmemoraremos dos años el próximo junio. Y se cumplen y se conmemoran sin que ninguna institución o entidad, ni pública ni privada, ni regional ni nacional, ni comercial, ni administrativa ni cultural o educativa, haya dicho esta boca es mía o haya levantado la mano para liderar la mínima retribución que se le debe al Maestro Licona por su enorme e invaluable aporte al análisis de la realidad del Chocó y a la literatura de la región: la reedición de su obra completa o de alguno de los títulos más representativos de la misma, cuyos costos serían tan ínfimos como que su recuperación o retorno estarían asegurados por la venta inmediata de todos los ejemplares de cada tiraje; del mismo modo que ocurriría con cada uno de los autores de la Biblioteca de la Chocoanidad, que hemos venido proponiendo y para cuya organización y puesta en marcha estamos listos en El Guarengue-Relatos del Chocó profundo®.

Señoras y señores: de Carlos Calderón Mosquera, en El Guarengue, los principales apartes de su prólogo a El Chocó por dentro, de Carlos Arturo Caicedo Licona; un prólogo tan elocuente y relevante, como revelador e histórico es el libro al cual corresponde. Disfrútenlo y, por su bien, léanse el libro.

Julio César U. H.
15 03 2025

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 Prólogo de Carlos Calderón Mosquera 
a El Chocó por dentro, 
de Carlos Arturo Caicedo Licona.
FRAGMENTO

El Chocó por dentro es el libro que las gentes estudiosas del Chocó y de Colombia, especialmente la juventud, estaban esperando de la inteligencia y la sabiduría de Carlos Arturo Caicedo Licona […] Caicedo Licona es un estudioso, no solo de las ciencias propias de su profesión, sino también de la historia, la sociología, economía y demás ciencias sociales. Ha fundado una casa de la ciencia y de la cultura en la ciudad de Quibdó, el Centro de Investigación “Manuel Saturio Valencia”,[2] que será la antorcha que los chocoanos encenderán, o que les servirá de guía en la liberación de su nacionalidad.

[…]

El libro que nos ocupa busca crearle al pueblo, a la juventud chocoana, conciencia de lo mucho que el Chocó le ha dado a Colombia y de lo poco o nada que ha recibido. De la deuda inmensa que tiene la nación colombiana para con la nación chocoana, injerta en ella, por cuidarle esta esquina oceánica. Es un libro histórico. ¿Acaso el mundo no nos mira? ¿Qué región de Colombia, y del orbe, tiene esta posición geográfica, rica en hechos? De riqueza a granel se puede hablar; que si se explotara racional y científicamente sería un gran aporte a la vida nacional.

[…]

Como el gobierno central, con su cohorte de burócratas, no permite, como no ha permitido durante centurias, nuestro adelanto, precisa entonces estudiar que se nos den instituciones. En el marco de la vida nacional mayor autonomía. Hoy no tenemos ninguna. Que se nos dé un estatus parecido al que reclaman vascos y catalanes, en la vieja España. […] Puede que andando solos alcancemos lo que no hemos logrado en muchos años de espera. Los pueblos y los hombres superiores, y todos los pueblos y hombres lo son, ante un reto se agigantan. Viviendo la verdad debemos cambiar. La integridad no se puede hacer mientras unas pocas regiones, unas pocas personas, vivan en la opulencia y una gran mayoría viva en la miseria, en medio de grandes recursos. La juventud del Chocó y de Colombia tiene ante este libro un compromiso. Su deber es estudiarlo. Analizarlo. Interpretarlo como una herramienta, y otras que ya se tienen y vendrán, para transformar nuestra condición de colonizados por la de hombres libres. No en la fraseología barata de los políticos de elecciones, sino en la profunda realidad que los tiempos de hoy y de mañana demandan. De cambiar, repetimos, nuestra condición de dependencia, de opresión, de coloniaje, de explotación, por la liberación integral. Liberación que debe empezar por el hecho económico, sin lo cual no hay libertad política. Como se ha olvidado la integridad de todo lo expresado, asistimos a un oportunismo que está cambiando el esfuerzo del pionero por la recompensa del lacayo. […] El deber de todo chocoano es ser revolucionario, se lo han dicho la realidad y el mismo presidente de la república. Para los temerosos de la furia legalista ante una situación revolucionaria, los remitimos a lo anterior. Ya tenemos, por lo mismo, la patente para luchar por nuestra nacionalidad. ¿Cuáles son las bases de dicha nacionalidad? La historia. La geografía. La situación geopolítica. La raza, las costumbres. Haber vivido y padecido juntos cuatro siglos de espera. Nuestros abuelos fueron traídos de África y al Chocó entraron en 1670, por la selva de Cartago a Nóvita, como a Tadó, donde existían reales de minas. Después de muchos años, llegaban los primeros negros, cruzando el istmo de San Pablo, a las orillas del Atrato. Padecimos afrentas colectivas. Afrentas que persisten con el trato que nos da el capitalismo antioqueño y la burocracia de la metrópoli ubicada en Bogotá, desde la época de los virreyes.

[…]

Buscamos un puesto en la sociedad, dado que ya lo tenemos en la Naturaleza.

Si nos dejaran solos en la lucha por encontrar nuestro puesto en la sociedad, dado que ya lo tenemos en la naturaleza, podríamos hacernos a un “hábitat” económico, político, científico y humano. El Chocó tiene un retraso de más de cien años, en relación con otras partes intermedias del devenir colombiano. Por eso, la Universidad Tecnológica del Chocó “Diego Luis Córdoba” convoca a la juventud -lo mismo que el libro de Caicedo Licona- a hacer grandes cosas, dando la herramienta precisa para hechos concretos, partiendo de realidades concretas. Después de muchas luchas, de esperar, espíritus avizores arrancaron al sistema este instrumento, de donde debe estar alejada la politiquería, que tanto daño nos hace; su reestructuración se hace indispensable y ello traerá muchos bienes. Como vanguardia de un nuevo humanismo, de la nueva cultura y ciencia que nace en medio de la selva. Cual portador es el hombre negro, y el hombre de otras escuelas que quiera venir a construir con nosotros, no a destruir, como ha sucedido en el pasado y está sucediendo ahora.

En realidad, existe en Colombia un racismo larvado. Que no da su nombre. Pero muestra sus hechos. Desde los días de la colonia, al negro, al indio, al blanco pobre se les ha mantenido alejados de los centros de poder. Y la condición de raza, la explotación y la degradación palpable, se añade a la explotación como clase. La mujer negra e india es víctima de tres tipos de discriminaciones, Por negra e india, por pobre y por mujer. Con la liberación de estas razas, vendrá la liberación de clase. O al contrario, como quiera interpretarse. En Colombia, como en los Estados Unidos de Norteamérica, el imperio, la cabeza, al negro o al indio, es el primero en quitársela, así los empleos en época de crisis, y el último en dársele. El capitalismo vive de crisis en crisis hasta su debacle final. Un sistema que no da pan, techo, escuela, sanidad a su pueblo, no tiene derecho a regir su destino. Hay que enviarlo al basurero de la historia. Todos, absolutamente todos, nos dice Caicedo Licona, deben agruparse para el cambio. Los derechos no se mendigan, se conquistan luchando, le grita Antonio Maceo, el negro cubano, a los mambises.

El progreso del Chocó y de Colombia ha sido detenido deliberadamente. Por eso, los campesinos y los obreros, junto a los intelectuales, tienen la misión histórica de iniciar el cambio de las estructuras. En una palabra, el hombre nuevo tiene expresión por medio de esas voces. Carlos Arturo Caicedo Licona denuncia a sus hermanos de Colombia y del mundo el maltrato. Y cita a tres hombres guías de nuestro acontecer histórico: Manuel Saturio Valencia, precursor de la nueva nacionalidad; Diego Luis Córdoba, el primer Córdoba antiimperialista, que en la década del 30 al 60 levanta su voz solitaria en un congreso castrado por la burguesía y denuncia el trato infame de la Chocó Pacífico, una de las multinacionales que tanto daño nos han hecho y cuyas secuelas por ahí dan trato engañoso todavía. Y Rogerio Velásquez, el historiador del quehacer de nuestro pueblo, cuyas obras son testimonio consagrado al nuevo evangelio del cambio. Si esa generación heroica, sensible a las luchas de su tiempo, cumplió con su tarea, a esta generación con mejores herramientas le toca realizar lo que nuestros abuelos no pudieron hacer por las limitaciones de antaño. A fe nuestra, que es hermosa la brega. Y si derrotados una vez, tres y más veces, volvemos a la carga, se llegará a la cima. Entre las fuerzas del privilegio que luchan por su permanencia y las nuevas fuerzas que avanzan hacia el porvenir no cabe el reposo. Son antagónicas. Son contradictorias. Las contradicciones son revolucionarias. Por eso son las parteras de la historia.

Ese día, la nación chocoana se pondrá en marcha. Ellos, los colonialistas, los burócratas decadentes, raposas jurídicas, están sembrando vientos. Nosotros seremos, ya estamos siendo, la tempestad. La pobreza, la gran riqueza y la democracia son elementos incompatibles en cualquier sociedad. Es esta la respuesta para muchas personas que ven la libertad en el vacío. Un pueblo libre siempre rehusará aceptar una pobreza que pueda evitarse. Para salvar y acrecentar la libertad, es preciso terminar con la pobreza, fruto de la injusticia. No hay otra solución. Es el único camino.

[…]

El libro El Chocó por dentro es un libro político doblado de científico. Estudiarlo es un imperativo de la hora en que nos ha tocado vivir.



[1] Caicedo Licona, Carlos Arturo. El Chocó por dentro. Editorial Lealon, diciembre de 1980. 120 pp. Introducción, pág. 20.

[2] N.B. El comité directivo del Centro Cultural Manuel Saturio Valencia, como lo registra el propio Licona en su Introducción a El Chocó por dentro, estaba integrado por los siguientes profesionales chocoanos: Ramón Contreras, Gerardo Enrique Mosquera, Salomón García Córdoba, Alberto Moreno Chaverra, Eduardo Henry Salas, Clímaco Maturana Pino, William Valencia M., Eccio Crisanto Asprilla, Fernando Quejada.

10/03/2025

 Madolia de Diego 
Una chocoana memorable

*Madolia de Diego Parra (Quibdó, 30 de julio de 1937 - Medellín, 30 de abril de 2017). FOTOS: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.

Quien la veía ahí tan fresca y desprevenida, parada o sentada en el andén de su casa del barrio César Conto, saludando por su nombre, apellido o apodo a todo el que pasaba por la calle y endilgándole un comentario pícaro y jocoso, un saludo afectuoso y saludes para la familia; casi nunca se imaginaba que Madolia de Diego Parra, esa mujer tan conocida por todo el mundo en Quibdó, Chocó -ciudad donde nació en julio de 1937-, había formado parte de un grupo nacional de folcloristas gracias al cual “se crearon y se fundamentaron los hitos fundacionales de las danzas, ritmos, cantos y músicas que representan a Colombia hoy”.[1]

De rostro bonito y de gracejo repentino; de sonrisa sincera e inolvidable; de pelo chonto, con el afro más o menos alto o rebajado, según la luna y la ocasión; sin ínfulas de nada, más que de buena gente; Madolia, la Mana, dedicó su vida a cultivar las artes para conservar y enriquecer la tradición cultural y folclórica chocoana que de sus mayores había heredado en cuanto a música y danza, canto y poesía, religiosidad y oralitura. Era aún una adolescente cuando Manuel y Delia Zapata Olivella la reclutaron para la histórica agrupación de talentos del Caribe y del Pacífico que recorrería medio mundo (Francia, España, Alemania, Checoslovaquia, Rusia y China) mostrándole al otro medio que en Colombia y en América había más gente y más cultura de la que usualmente se creía…: “Leonor González Mina, de Robles, Valle del Cauca; Madolia de Diego, de Quibdó, Chocó; Teresa Gutiérrez, de Riohacha, Guajira; Julio Rentería, de Tadó, Chocó; Juan Lara, Antonio Fernández y José Lara, de San Jacinto; Lorenzo Miranda, de San Basilio de Palenque; Salvador Valencia, de Guapi; Roque Arrieta y Erasmo Arrieta, de Mahates, y Óscar Salamandra, de Quibdó”.[2]

Cantadora

Madolia cantaba alabaos y arrullos, salves y santodioses, romances y aguabajos, y escenificaba ritos fúnebres de velorios y gualíes o chigualos: en 1989, en las Jornadas Populares de Cultura que se realizaron en todo el país con el auspicio del PNR y Colcultura[3], su grupo de alabaos marcó un hito nacional desde Quibdó. En el archivo sonoro de Vanderbilt University, en treinta y siete minutos de grabación, Madolia explica de viva voz en qué consisten los velorios de los niños en el Chocó, por qué se mueren, cómo se les despide en su tránsito de ángeles hacia la eternidad e interpreta bellamente, con un grupo de cantadoras, algunos de esos cánticos fúnebres.[4]

“Desde niña estuve entre mayores. Mi papá nos llevaba a Munguidó a fiestas y velorios, reuniones en las cuales los niños alternan con los mayores; se aprende mucho en estos encuentros. Fui una enamorada de las flores y del culto a los difuntos, aprovechaba los muchos jardines que existían en Quibdó para recoger flores y armar ramos para los sepelios y tumbas de personas conocidas. Tenía una gran sensibilidad por estos acontecimientos”, cuenta Madolia sobre los orígenes de su encanto con la tradición del rito y del canto.[5]

Y se refiere también a las influencias que recibió en el propio Quibdó y comunidades rurales cercanas para desarrollar esta vocación artística y cultural: “Otra de mis fuentes de aprendizaje fueron los alumbramientos de los santos y de la cruz que se celebraban en algunos sectores de Quibdó, como en la casa de María Isabel, conocida como la Cuca, en el barrio Roma; estos rituales incomodaban a los sacerdotes. [Así mismo] Mi madre y mi tía Loreto me llevaban a Samurindó, a Guayabal, lugares donde mi tía alternaba con otros cantadores y me sentía orgullosa de su melodiosa voz”.[6] Y remata su testimonio reconociendo la valiosa influencia que en su quehacer en este campo tuvo una de sus mentoras iniciales: “La presencia de Delia Zapata Olivella en mi vida como cantadora y compositora de alabaos fue determinante; aprendí con ella a hacer mis propios montajes”.[7]

Compositora y narradora

Madolia de Diego y Eyda Caicedo Osorio, 
poeta, escritora, folclorista y compositora. 
FOTO: Archivo fotográfico y fílmico del Chocó.

Madolia también componía canciones de diversos géneros musicales del Chocó y del Pacífico, cuyas versiones originales arreglaba con la polifonía de su propia voz como único instrumento, mientras sus manos chocaban entre sí, percutían en el aire o sobre la tabla gastada de una vieja mesa de madera… La institucionalidad cultural de Colombia y del Chocó deberían establecer con certeza, lejos de suposiciones y atribuciones de conveniencia, cuántos y cuáles temas musicales compuso Madolia, y recuperarlos en su totalidad para el pentagrama y el cancionero regional. Son parte del patrimonio musical del Chocó.

Madolia contaba, como si las hubiera vivido todas, anécdotas de cuanto tema uno hablara con ella: pesca y subienda, agricultura y cosecha, cholos y libres, maldiciones, brujerías y bebedizos, minería y enamoramientos, fiestas y sepelios, arrecheras y corrinches, tiempos de ayer, de hoy y de mañana… de todo como en botica… Lástima no haberle grabado todas las ocurrencias: de ellas habría salido un divertido libro, gran parte del cual contendría elementos importantes sobre las prácticas culturales y sobre la Historia de Quibdó y del Chocó.

Coreógrafa, danzarina y directora

Gracias al trabajo de Madolia de Diego Parra, las danzas folclóricas del Chocó, cuyos pasos, planimetría, cadencia, vestuario, interpretación y actuación tanto contribuyó ella a estandarizar, recibieron múltiples reconocimientos regionales, nacionales e internacionales. No hubo festival folclórico en el que no triunfaran los grupos de danzas folclóricas que Madolia dirigió, unas veces ganando concursos, otras siendo declarados fuera de concurso, como en Ibagué y en Medellín, en 1969 y 1971.

El triunfo de un grupo chocoano orientado por ella en el Concurso Folclórico Nacional de Polímeros Colombianos (Medellín) fue una de las más grandes alegrías que haya tenido el Chocó en su historia reciente y que la chocoanidad entera, sin distingos de edad, celebró como su propia victoria. Dicho concurso y el Reinado Nacional del Folclor (Ibagué), así como la creación -por parte de chocoanos- de grupos folclóricos en la Universidad Nacional y otras universidades e instituciones en Bogotá; son hitos de la historia de la danza y de la chirimía chocoana que marcan su irrupción en la escena musical y folclórica de Colombia, en las décadas de 1960 y 1970. Madolia de Diego Parra formó parte sustancial de este glorioso momento de la historia del folclor chocoano, hoy venido a menos y medio nublado por rarezas frenéticas como un baile que con razón llaman exótico

Coplera y poeta

Madolia -me consta- improvisaba coplas atrateñas (cuartetos octosílabos) con envidiable facilidad y gracia. Con ella y con Gache, una mañana, improvisamos un pequeño torneo, en el cual la Mana nos dejó regados a mi comadre y a mí, que no atinamos más que a morirnos de la risa. Ocurrió un día de mediados de 1990, cuando Graciela Quejada Córdoba (Gache), que era una de sus amigas entrañables, me acompañó a proponerle a Madolia que formara parte del jurado de un concurso literario, patrocinado por la Diócesis de Quibdó, que Gonzalo de la Torre y yo nos acabábamos de inventar con el beneplácito del obispo Jorge Iván Castaño Rubio: el Concurso Franciscano de Cuento y Poesía / Premio Literario Hermana Tierra…, que era nuestra manera de añadirle un poco de creación a la fiesta de San Pacho, que ya desde entonces andaba lindando con la monotonía y la decadencia de la repetición.

La Mana aceptó e integró, con Efraín Gaitán Orjuela y el poeta Oscar Maturana, un jurado eficaz, que premió un poema que ella dijo que le habría gustado escribir: un poema de Luz Stella Useche, cuyos versos exactos no recuerdo, pero cuya cadencia es imposible de olvidar. Unos años después, Madolia de Diego Parra integró el jurado de la segunda versión del Festival de Música del Pacífico Petronio Alvarez (1998), junto a Antonio Arnedo, Françoise Dolmetsch, Armando Olave Cárdenas y Umberto Valverde.

Trabajadora

Madolia de Diego con Doña Libia Abadía 
de Valencia. Archivo fotográfico 
y fílmico del Chocó.

Largo y provechoso fue el trabajo de Madolia en el sector cultural institucional del Chocó, el cual llevó a cabo -durante muchos años y varias administraciones- en una dependencia de la Gobernación del Chocó que se llamaba Oficina de Cultura y Turismo, que llegó a ser tan famosa y conocida como no lo ha sido su actual equivalente, aunque tiene rango de secretaría de despacho de la Gobernación. Doña Libia Abadía de Valencia, gentil dama y honesta funcionaria, tuvo a Madolia en su reducido equipo de trabajo durante varios años. Y desde allí Madolia hizo todo lo que estuvo a su alcance para que el arte y la cultura del Chocó alcanzaran realce en todos los ámbitos posibles.

Madolia, igualmente, trabajó en la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba, en los tiempos fundacionales, cuando la cultura y el arte, además de la academia, eran consustanciales, no accesorios, a este centro regional de educación superior. Ninoska Salamandra, hija de un amigo y compañero de andanzas culturales de la Mana: el Maestro Oscar Salamandra -uno de los más excelsos clarineteros y compositores de la historia de la chirimía del Chocó, de cuyo fallecimiento se cumplieron 30 años el pasado 16 de febrero-, trabajó con ella en ese entonces. Juntas, Ninoska y Madolia aportaron significativamente para que la música y las danzas del Chocó alcanzaran la gloria que merecían.

Precursora y pionera

Más que una celebridad local y regional de Quibdó y del Chocó, la folclorista Madolia de Diego Parra fue una figura clave en cuanto a la reivindicación y promoción de la identidad y las manifestaciones culturales de las comunidades negras en el ámbito nacional. Con el paso de los años y las conquistas sociojurídicas y políticas en esta materia, así como el avance en cuanto a los estudios e investigaciones de las ciencias sociales y humanas sobre la intelectualidad negra de Colombia y sus aportes a la construcción de nación; ha ido quedando claro que Madolia de Diego Parra, además de ser una cultora, creadora, fundadora y orientadora de grupos artísticos, forma parte de una generación pionera que durante la segunda mitad del siglo 20 enarboló las banderas de la identidad y, como si la pusiera frente a un espejo de la multiculturalidad, le mostró a la nación su rostro negro.

Fotos de la gira por Europa y Asia del grupo conformado por Manuel y Delia Zapata Olivella. Fuente: Tambores de América para despertar al viejo mundo.

La participación de Madolia en este rol histórico de la intelectualidad negra de Colombia es contextualizada por el investigador Carlos Alberto Valderrama Rentería, quien anota al respecto: “Con mis trabajos, he tratado de probar que Teófilo R. Potes, Rogerio Velázquez y la misma Delia Zapata Olivella desarrollaron una política del folclore negro que buscó afirmar una identidad y denunciar el racismo estructural en Colombia. A esta lista habría que sumarle intelectuales, escritores, poetas y literatos como Arnoldo Palacios, Manuel Zapata Olivella, Teresa Martínez, Jorge Artel, Helcías Martán Góngora, Hugo Salazar Valdés, Otto Morales Benítez; literarios y políticos como Natanael Díaz, Diego Luis Córdoba; músicos y folcloristas como Esteban Cabezas, Leonor González Mina, Margarita Hurtado, Alicia Camacho, Mercedes Montaño, Madolia de Diego, Totó la Momposina; humanistas y académicos como Aquiles Escalante, y todos aquellos incluibles en lo que Manuel Zapata Olivella llamó “el bando de la cimarronería de las negritudes”.[8]

Memorable

Si se tiene la intención y el compromiso de celebrar la vida y obra de Madolia de Diego Parra, como lo ha venido planteando la Mesa de Cultura del Comité Cívico por la salvación y la dignidad del Chocó, su trayectoria memorable y el conjunto versátil y polifacético de su producción artística deberían ser materia de estudio y documentación, con el auspicio de la institucionalidad cultural del Chocó y de Colombia. Sin duda, la mejor solemnidad con la que se puede homenajear la memoria de Madolia de Diego Parra será preparar y producir una recopilación sistemática y completa de su obra musical, folclórica, literaria, y documentar seria y concienzudamente su historia de vida.

Su vida tiene todos los merecimientos para ser siempre celebrada y conmemorada, tanto por la generosidad con la que entregó su talento como por la integralidad del acervo que dejó a la región chocoana y al país. El 30 de abril de 2027, cuando se cumple una década de su fallecimiento, quizás sea la ocasión propicia para presentar regional y nacionalmente alguna publicación multimedia donde queden debidamente plasmadas la vida y la obra de Madolia de Diego Parra, así como ella plasmó con su arte la identidad cultural y la tradición de su pueblo.



[1] Cabezas Galindo, Wilson David. “NEGRO ME LLAMAN PORQUE SOY NEGRO, NUNCA HE TENIDO OTRO COLOR”. Dissertação apresentada ao Programa de PósGraduação Interdisciplinar em Estudos LatinoAmericanos da Universidade Federal da Integração Latino-Americana, como requisito parcial à obtenção do título de Mestra em Estudos Latino-Americanos. Foz do Iguaçu 2022. 66 pp. Pág. 40.

[2] Ídem. Ibidem.

[3] Instituto Colombiano de Cultura. Antecesor del actual Ministerio. Las Jornadas regionales de cultura popular formaron parte de las estrategias del PNR, Plan Nacional de Rehabilitación, para las zonas de conflicto del país. La jornada correspondiente a la región Pacífico se llevó a cabo en Quibdó, del 25 al 27 de agosto de 1989. En Quibdó se reunieron cerca de quinientos artistas de todo el Pacífico y un centenar de quibdoseños tuvieron la oportunidad de participar en talleres y conferencias.

[4] https://mzo.library.vanderbilt.edu/additional-collections/audio?nid=5031 Grupo de alabaos y romances del Chocó-Colección Manuel Zapata Olivella.

[5] Morales Acosta, Gina. Polifonías de la diversidad. Universidad de Antofagasta, abril 2019. 271 pp. Pág. 202-203.

[6] Ibidem, pág. 203.

[7] Ídem. Ibidem.

[8] Carlos Alberto Valderrama Rentería. Pensamiento crítico afrocolombiano en la intelectualidad de Delia Zapata Olivella. Más allá de lo folclorizado. En: Páginas de Cultura, AÑO 9 - NÚMERO 11 - DICIEMBRE DE 2016. Instituto Popular de Cultura, IPC. Alcaldía de Santiago de Cali. Pp. 15-21. Pág. 20