27/10/2025

 La Casa Cajales, 
donde quedaba Caminos Vecinales

*Fachada original (1926) y demolición (2025) de la Casa Cajales, en la Carrera Primera con Calle 30, en Quibdó, una construcción de hace un siglo, que formó parte del primer plan urbanístico de la ciudad en el siglo XX: la Urbanización del Barrio Norte, puesto en marcha en 1925. FOTOS: El Guarengue (Quibdó, desarrollo urbano y patrimonio arquitectónico) y cortesía.

100 años de historia
La casa recientemente demolida en la Carrera Primera con Calle 30 de Quibdó, conocida en los estudios arquitectónicos como Casa Cajales, en alusión a su propietario original, forma parte de un conjunto de construcciones ejecutadas en el marco de uno de los primeros planes urbanísticos de la ciudad:  el plan de Urbanización del Barrio Norte, una iniciativa del Municipio de Quibdó y de la Intendencia Nacional del Chocó, aprobada por el Concejo Municipal en enero de 1925, bajo planos elaborados por la dirección de obras públicas de la Intendencia, que estaba a cargo del ingeniero catalán Luis Llach Llagostera, quien dejaría su impronta en la historia del desarrollo urbano, la arquitectura y el espacio público de la ciudad, con obras como la cárcel, la Escuela Modelo, el Colegio Carrasquilla, el palacio episcopal, la Casa Díaz, el monumento a César Conto en el Parque Centenario, y el Cementerio San José.  La idea original del plan había sido propuesta al Consejo en 1920 por el abogado, intelectual y político Reinaldo Valencia Lozano (fundador del histórico periódico ABC, que circuló entre 1913 y 1944), cuando se desempeñaba como Tesorero Municipal.

Sueños de modernidad

Construidas todas entre 1926 y 1928, aquellas primeras edificaciones construidas en el marco del plan de Urbanización del Barrio Norte son vestigios de una época política, económica, cultural e institucional durante la cual élites y dirigencia política de Quibdó y el Chocó tradujeron en la arquitectura, el comercio, la industria, la vida social, la radio, la prensa, el ocio y las artes un sueño de modernidad inspirado en el Caribe, en los Estados Unidos y en Europa, aquí en esta orilla del Atrato, en la mitad de la selva chocoana; a partir de los capitales introducidos para la consolidación del boom minero de oro y del platino, la extracción de maderas finas y otros productos del bosque, como tagua, plantas medicinales y pieles; mientras crecía y se posicionaba la primera generación de intelectuales y políticos nativos, que, con el apoyo del plan de educación de la Intendencia, se formarían como profesionales en las mejores universidades públicas del país.

Para entonces, la ciudad era una cuadrícula más o menos regular, que desde la orilla del río Atrato se extendía hacia el oriente hasta la quebrada La Yesca, paralela a la cual se había venido construyendo y desarrollando la Alameda Reyes (actual calle 26); hacia el sur, llegaba hasta las inmediaciones de la actual plaza de mercado, incluyendo la Calle del Obispo,[1] que daría origen a la actual calle 20; y hacia el norte no iba más allá de la actual calle 28, donde las aguas del Atrato impedían el pso franco y donde posteriormente se ubicaría la Policía Nacional.

El anillo vial

La idea original del plan de Urbanización del Barrio Norte presentada al concejo municipal era que se construyeran y poblaran, siguiendo normas de construcción establecidas por las autoridades intendenciales y municipales, los terrenos hacia el norte de la Alameda Reyes, desde la carrera primera hasta la actual carrera séptima, que entre 1923 y 1924 fue construida como Avenida Istmina, Alameda Istmina o Vía Interoceánica, nombrada así en referencia al hecho de que estaba pensada como la salida de Quibdó hacia la Provincia del San Juan, pasando por el puente de García Gómez; y como parte de la futura Carretera Panamericana. “En enero de 1925, se inició la prolongación de la carrera 1ª para empalmar el centro con la Avenida Istmina, configurando el anillo vial o circunvalar, que definió la futura zona de expansión. Por Acuerdo N° 17 de 1925, el Concejo Municipal acordó, en el artículo 1°: “Los lotes de terrenos comunales situados hacia el norte de la ciudad, bordeando la Avenida Istmina y los que quedan en las calles y avenidas transversales a la misma se venderán en pública subasta, y de conformidad con las demarcaciones señaladas en los planos de urbanización levantados por los ingenieros de la Intendencia”.[2]

Siguiendo las propuestas originales de Reinaldo Valencia, tal como lo registró Luis Fernando González en su ya clásica historia del desarrollo urbano de Quibdó hasta 1950, el mencionado acuerdo municipal sobre la Urbanización del Barrio Norte incluía previsiones como las siguientes: “No se admitirán construcciones sino de madera o cemento, bien armado, bien en bloques, y las techumbres deberán ser de teja metálica, o de cemento, tejas de barro, madera, ruberoide. En ningún caso se admiten techos de paja y muros de palma. / Las casas o residencias se construirán en el centro del lote, dejando al frente y a los lados jardines. Los terrenos serán cercados con verjas de hierro, cercas de concreto, de madera, pero conservando la estética”.[3]

Huapango arriba

A estas construcciones pioneras le seguirían edificios institucionales como la sede de la policía, el antiguo Barrio Escolar, el Matadero municipal y la Fábrica de Licores del Chocó, construidos entre principios de la década de los 30 y principios de los 40, aproximadamente. Posteriormente se levantaría el conjunto de edificaciones del Ministerio de Obras Públicas, destinado a la Zona de Carreteras-Distrito N° 9, cuyo acceso se facilitaría con la construcción del entonces moderno, hoy vetusto, puente del barrio Huapango sobre la quebrada El Caraño. Con los años, al abrigo de este desarrollo planificado, y por incidencia de otros factores como el loteo informal de grandes extensiones de ejidos, baldíos y "mejoras", y por las enormes masas de víctimas del desplazamiento forzado de población por el conflicto armado; el norte seguirá extendiéndose más y más, hasta la configuración de uno de los sectores más populosos y complejos del Quibdó actual: la Zona Norte, que linda con el entonces lejano corregimiento de Guayabal y con la infinidad de barrios que han crecido hacia el oriente de la ciudad, en torno a las casi extintas quebradas La Yesca y La Aurora.

Con estas construcciones y la Casa Cajales comenzó en 1925 el plan de Urbanización del Barrio Norte, en Quibdó. 1-Casa Garcés (1930), 2-Casa Tapias (1993), 3-Cinco Quintas (1929), 4-Casa de Emilio Yurgaqui, en la Alameda Reyes con Avenida Istmina, actualmente Calle 26 con Carrera 7a. FOTOS: Archivo Fotográfico y Fílmico del Chocó.

La Casa de Fuad Cajales

A finales del siglo XX, como parte de su investigación sobre el desarrollo urbano de Quibdó,  el arquitecto, investigador y doctor en Historia Luis Fernando González Escobar, de la Universidad Nacional de Colombia, levantó fichas históricas y constructivas sobre todas y cada una de las edificaciones patrimoniales de la ciudad; las cuales fueron publicadas como parte de su famoso libro de 2003. Se anota en dicha publicación que, en el momento de la construcción de esta casa, "la actual Carrera Primera se denominaba Avenida Carrasquilla, en homenaje al poeta y pedagogo quibdoseño Ricardo Carrasquilla, en razón al centenario de su natalicio, en el año de 1924"; y que "esta vivienda también fue respuesta al programa de urbanización del Barrio Norte, que por iniciativa de la municipalidad se inició en 1925 con el remate de lotes en la zona norte de la ciudad para incentivar su poblamiento y urbanización; en un área comprendida entre la actual calle 31, entonces Avenida Istmina o Carretera y la Alameda Reyes. Uno de los primeros en participar de esa iniciativa fue el sirio Fuad Cajales, quien remató varios lotes, entre los que estaba uno en el que se ejecutó la construcción de las Cinco Quintas, y éste en donde sería su residencia particular, lote rematado en 1926 por la Junta de Hacienda Municipal de Quibdó". (González, pág. 321). 

La Casa Cajales fue construida por el maestro cartagenero Fernando Ortiz entre el año 1926 y el año 1927; lo cual fue posible en tan poco tiempo por el uso de elementos prefabricados en cemento (balaustradas, columnas, jarrones), que se producían en la fábrica de Rumié Hermanos, de la cual era socio y gerente el señor Fuad Cajales. Cajales residió en la casa hasta 1931, cuando se la vendió a la Prefectura Apostólica del Chocó; entidad que  posteriormente la cedió al ingeniero Oscar Castro Conto, quien dirigió la construcción del templo que sería erigido como Catedral; y a cuyos herederos pertenecía cuando el investigador González la documentó. Funcionaba entonces en la casa la sede de la oficina de Caminos Vecinales, entidad estatal cuyo uso desvirtuó los propósitos originales de la vivienda e introdujo subdivisiones para la ubicación de oficinas. "A pesar de su deterioro, conserva los elementos que la presentaban como una de las mejores casas de la ciudad", anotó González en su reseña, que complementó con la siguiente descripción:

"El cuerpo principal de la vivienda es un sistema estructural, ortogonal, que también se empleó en otras construcciones, con columnas y en medio de ellas tabiques de concreto, que constituían una tecnología de rápida ejecución. Como todos los ejemplos de las viviendas de la Urbanización del Barrio Norte, su planteamiento está hecho para la vida exterior, tanto hacia la calle, con su porche adosado y lineal, como hacia la parte posterior, sobre el río Atrato, con otro porche que mira al poniente, donde había una zona de jardín. El porche exterior está formado por un alero sostenido por una columnata y los intercolumnios con balaustradas que lo separan de la vía pública. El porche interior está abrazado por la vivienda y conduce a un patio-jardín; está construido con los elementos prefabricados presentes en el porche de acceso. La planta no presenta simetría y el eje de acceso es asimétrico (aunque la fachada presenta una simetría en el juego de vanos, relacionándose los dos porches por el eje de acceso. Las ventanas tienen las características de las ventanas arrodilladas, manteniendo aún los calados originales. También algunas divisiones interiores conservan el trabajo de madera".[4]

Un proyecto de ciudad

La Urbanización del Barrio Norte –plan puesto en marcha hace 100 años y del cual forman parte la recién demolida Casa Cajales, la malograda Casa Garcés y las distorsionadas y deterioradas Cinco Quintas y Casa Tapias– es un hito histórico de Quibdó en el que se transluce una idea, se refleja un planteamiento y se materializa un proyecto de ciudad y de región, en búsqueda del desarrollo urbano a partir de criterios históricos de armonía y coherencia constructiva. Ello fue posible por la acción conjunta y el compromiso continuo de sucesivas administraciones públicas, como las de los intendentes nacionales Vicente Martínez Ferrer, Jorge Valencia Lozano, Heliodoro Rodríguez C., Emiliano Rey Barboza, Adán Arriaga Andrade, Dionisio Echeverry Ferrer y Alfonso Meluk Salge, entre otros; cada uno de los cuales hizo lo necesario para sacar adelante un proyecto urbano, espacial y sociocultural de ciudad que incluyó también obras como la pavimentación de la Carrera Primera, la construcción del Colegio Carrasquilla y la Normal Superior, el acueducto y el Hospital San Francisco de Asís, el tramo Quibdó-Tutunendo de la vía hacia Antioquia, incluyendo el primer puente sobre el río; la Cárcel Anayansi y la Escuela Modelo, que desde 1941 pasó a ser Palacio Municipal...obras todas construidas antes de que la Ley 13 del 3 de noviembre de 1947 convirtiera la Intendencia Nacional en el Departamento del Chocó.



[1] La ciudad constaba de unas diez calles, siendo las principales la Calle del Puerto, Calle Larga, la Calle del Comercio y la Calle del Obispo, trazadas de modo paralelo al río Atrato, en cuyas orillas anclaban los barcos procedentes de Cartagena y las embarcaciones de las zonas rurales; así como se desarrollaba el mercado sabatino popular.

[2] González Escobar, Luis Fernando. Quibdó, contexto histórico, desarrollo urbano y patrimonio arquitectónico. Centro de publicaciones Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, febrero 2003. 362 pp. Pág. 207.

[3] Ibidem. Pág. 209.

[4] Ibidem. pág. 321-322

 

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